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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EN CARRERA

Eso de querer tener razón a toda costa es lo mismo que imponer la razón de uno sobre la de los demás. Mal síntoma. La democracia se construye sobre la pluralidad de pensamiento y sobre el rigor del Derecho. De no ser así, el totalitarismo más infame se abate sobre las costuras de una sociedad rota.

 

La resolución unánime del Tribunal Supremo de inhabilitar a Garzón y expulsarlo de la carrera judicial precisa de un análisis sesudo por parte de quienes como el juez estrellado han creído, y se creen, que el país es el paraíso de los golfos. Y si lo ha sido, y lo fuere en la actualidad, no es óbice para que algunos pájaros hayan caído en la red de su propia desvergüenza. Todos ellos pueden clamar al cielo pidiendo justicia, pero dudo que Dios conceda privilegios a los que abusaron del poder. Dios podrá perdonar, pero hecho el mal, que el diablo juegue su papel. Por más que el demonio se enfunde trajes talares con puñetas.

 

Garzón prevaricó. Ya no cabe presunción. Lo sentencia la más alta magistratura del Estado. Prevaricó, maldita sea. Y por más que el condenado se declare mil veces inocente y declame en verso que se ajustó estrictamente a la legalidad, los jueces han motivado extensamente el fallo. Sin un solo voto de discrepancia. Que don Baltasar quiera recurrir al Tribunal de Derechos Humanos, pues muy bien. Mas lo que está acreditado es que el titular del Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional vulneró “de forma drástica e injustificada el derecho de defensa de sus investigados”. Y lo hizo, “laminando de forma arbitraria y sustancial”. Laminando, comprimiendo, las garantías constitucionales. Toma del frasco, carrasco.

 

Para frasco, el tarro de las esencias de la Fiscalía. Los miembros del Ministerio Público encargados del asunto no sólo no acusaron sino que solicitaron la absolución de don Baltasar. Cómo es posible que unos tanto y otros tan poco. Cómo es posible quitar la razón a don Pedro Pacheco cuando denunció que la justicia es un cachondeo. Cómo me la maravillaría yo. Cómo se puede saltar el foso -lleno de agua e infestado de caimanes hambrientos- del castillo sin puente levadizo y careciendo de alas. Teniendo padrinos. Hasta que la ruina acabe por empobrecer a los corleones y las balas del poder judicial pongan fin a las prácticas mafiosas. Vamos en carrera hacia el más absoluto descrédito judicial.

 

Nadie podrá argüir que se trata de una sentencia a favor del franquismo. Nadie, salvo los revientaorden de siempre. El Psoe expresa su preocupación. IU considera al de hoy como un día triste. La izquierda catalanista manifiesta su queja. Ninguno se pronuncia sobre si la decisión se ajusta, o no, a ley. Son los mismos que fusilaron a Montesquieu. Los talibanes del rencor que hacen de la política una selva de intereses “fauves” sin colores ni formas de Matisse. Cuando la porquería se acumula en los rincones de la casa, los habitantes de la basura construyen estancias redondas. A partir de ahí, los residuos son tapados por las alfombras persas del poder iraní. Lo que sea, antes que reconocer que la suciedad es propia. Cualquier triquiñuela para no admitir que la enfermedad terminal inicióse tiempo antes y avisó largamente de su presencia.

 

En carrera. La inhabilitación es la primera en la frente del estado de derecho. Sin embargo, lo más grave de todo es que la acción ilegal de un delincuente togado puede poner en la calle a un grupo de facinerosos merecedores de las penas más rotundas. La correa puede devenir una simple guita. Y la guita tiene nombre de fino. Y el fino, vino de ferias es. Y de juergas. Cómo que por qué. Porque los dictadores que se visten de seda, dictadores se quedan.

 

No me alegro de los males ajenos. Sí me complazco de los bienes propios y de los triunfos de la democracia. Aunque sean lentos y cansinos.

 

Un saludo.

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