AUTOPLAGIO
La vida nos enseña lo que los libros sugieren. Cuando niños, aprendimos a amar a “Gilda” Hayworth a través de la pantalla grande del cine de barrio sin que en nuestro horizonte más fantasioso cupiese la simple idea de tenerla cerca. Lo imposible se hacía mito y el mito se diseñaba en aquellas mágicas sábanas murales que azuzaban nuestras fértiles imaginaciones infantiles.
La crisis económica no pasa de largo. No se va con viento fresco. Nos apalea. A unos más que a otros. A los parados, por desencanto y hastío. A los pensionistas, por el difícil equilibrio en que los coloca. A los empleados públicos, por el recorte de sus ya míseras pagas.
La economía actual se arrastra. La administración de nuestras finanzas está en manos nefastas y en testas desquiciadas. Se rehúye el control y se abraza a las farolas sindicalistas. Se atiza el sueño independentista y se traspasan enormes sumas a los caciques de las tribus autonómicas. Hoy quiero plagiarme. Me levanté, bien temprano, con el pie torcido. Me acordé de la familia del demócrata dialogante que gobierna por decreto. De los parientes de los ministros síseñor que sólo niegan a sus padres después de renegar tres veces de sus madres.
Reducir el déficit no pasa por eliminar ministerios escorias, asesorías infestas, embajadas separadoras, salarios de sátrapa, cajas politizadas, bancos ruinosos, subvenciones disparatadas y un largo etcétera de horrendas medidas de cartón piedra. Reducir el déficit significa aplastar al contribuyente con impuestos de señor feudal, recortar salarios a los funcionarios y empleados públicos, reducir pensiones a nuestros mayores y abaratar despidos en la clase obrera.
Las elecciones en Cataluña tienen lugar hoy. Celebrarse, ya veremos. Trompazo el que se van a dar algunos. No se preocupen por ellos. Tienen el bolsillo bien lleno, la panza alimentada, la caja de caudales repleta y la vergüenza bajo mínimos. La izquierda de broma considera un disparate a la izquierda de circo. Los pirómanos de Zapatero rechazan que los bomberos de Rodríguez tengan la más mínima posibilidad de potenciar el empleo. No sólo va aumentar el paro, es que se precarizará el trabajo, se restará disponibilidad a la renta de los trabajadores, se irá al traste la seguridad social y los roces entre ricos y pobres tomarán carta de naturaleza.
Urge un cambio directivo. Vía democrática, pero sin dilación. La pandilla que desgobierna debe dejar paso a un equipo que administre. Será la primera muestra de patriotismo que uno aprecie en Zapatero. A Montilla, el electorado le ha dado un buen revolcón. Cual afectado por el síndrome de Estocolmo, le agradeceré eternamente el gesto. Caso contrario, que Dios nos coja confesados.
Un saludo.
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