EL VETO
Prohibir. Permitido prohibir. Se gratificará a quien mejor conjugue el infinitivo prohibir. Impersonal. No es como aquello de "el frotar se va a acabar". Es preferible elidir sujetos. Prohibir, a secas. Queda mal la personalización del acto. Sin embargo, la acción es fantástica. Prohibir. Zapatero.
Vedar. El Congreso ha vetado las enmiendas de la Oposición. El PSOE de Zapatero. Felipe se contuvo de alguna manera en la represión verbal de los parlamentarios. Aznar mantuvo una posición absolutamente liberal y permisiva. Jamás hizo valer su derecho del artículo 134.6 de la Constitución. Zapatero es el rey del veto. Dieciséis veces ha pulsado el botoncito de la prohibición. Al rey de La Moncloa no se le tose. A fin de eludir la realidad, se droga con el vicio de prohibir. Privilegio de dictadores. Exigencia de los cómplices. Manda el PNV. Si yo te digo veta, prohíbelo todo, dice Urkullu.
Impedir. En una moral dudosa, la inercia del condenar siempre está presente. Se estigmatiza a Reverte por sus declaraciones, poco afortunadas desde un punto de vista de la corrección política, respecto al ex ministro Moratinos. No es así. Se perturba al genial escritor y académico no por lo que ha dicho sino por atreverse a decir lo que muchos piensan del partido psoecialista. La causa de la proscripción es ésta, la subjetiva, no aquélla, la objetiva. A Reverte se le excluye de los salones del poder y de los abrazos solidarios de ZP. En cuanto a Sánchez Dragó, anatema. Al autor de Gárgoris y Habidis, condena directa. De todo. Desde pervertidor a pederasta. De granuja a malvado. Lo que ha dicho. Que es novela. Que no, que es autobiografía. El problema real, que no es del PSOE y con Esperanza Aguirre se alinea.
Anular. La acción de los tiranos halla en ese verbo uno de los referentes básicos que justifican la llegada al poder y la permanencia en el mismo. No se concibe el totalitarismo sino con el látigo de la aniquilación. Reducir a la nada. Nulidad plena. Como si no existiera el individuo o el grupo. La pugna electoral Trini-Gómez, que se saldó con la victoria del primero, nos ofrece un ejemplo impagable de esto mismo. A la perdedora se la recompensa por su obediencia al líder. El vencedor se toma la revancha y hace desaparecer de los órganos de mando de la formación madrileña a cualquiera que se significara en el apoyo a la ministra de sana nada y ahora de risa exterior a todas horas.
Reprimir. En definitiva, todos los infinitivos de la destrucción se resumen en éste. Reprimir. Esto es, contener, detener o castigar, por lo general desde el poder y con el uso de la violencia, actuaciones políticas o sociales. Hermosa lección de cacicato burgués. Deleznable ejemplo de espíritu democrático.
Reprimir, anular, impedir, vedar, prohibir. Los cinco jinetes del apocalipsis escatológico. En épocas de crisis, los extremismos hunden sus feas raíces en el fango más fértil para cosechar los productos más miserables. El sembrador está en su latifundio mientras el cosechador recibe las caricias lacerantes en su espalda encorvada.
Nunca las dictaduras murieron en la cama. ¿Y Franco? Era dictador. El régimen evolucionó hacia posiciones más suaves. Si no de qué la transición iba a lograr lo que satisfizo a la mayoría de los españoles. Ni Franco vetó al pueblo que suspiraba por la democracia. El régimen quiso retrasarla. Demasiado tarde. Por fortuna.
No canten victoria. El gran Zapatero, el del veto congresual multirrepetido, está dispuesto a todo, a todo, con tal de darse el alegrón de revalidar su ignominioso gobierno. Cuestión de tiranos. Cosa de dictadores. Costumbre de psoecialistas infames. Urnas, por favor. Cuanto antes. No sea que las rompan en pedazos miles. El Psoe está en el veto. PNV maneja las cuerdas de la marioneta desgraciada.
Un saludo.
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