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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ZAPATINOS MORATERO

 

 Recuerdo un gag de una antigua película que protagonizara el actor norteamericano Jerry Lewis. Acudía el protagonista a una “premiere” cinematográfica y mientras veía pasar a las estrellas del celuloide, las nombraba con satisfacción. Con satisfacción, pero con los nombres alterados. Así, podía saludar a Richard Taylor y a Robert Burton. O a Lauren Gabor y a Eva Bacall. Le daba igual. Lo importante es que distinguía a los artistas.

 

A uno le pasa lo mismo con los ministros del Gobierno del presidente narciso. Qué mas da que nombre a uno y destituya a otro si, al cabo, va a seguir haciendo lo que le venga en gana y los jubilosos/desencantados se mostrarán dispuestos a prostenarse ante el líder, como hiciera Miguel VI ante el pantócrator después de la crisis iconoclasta que, durante un siglo, hirió al arte de Bizancio. Qué más da el sexo de los ángeles si el bizantinismo dialéctico de este Gabinete, y del anterior, presiden el protocolo diplomático y ejecutivo. Palabrería vana como remedio inocuo a macizas enfermedades políticas.

 

La nueva ministra de Exteriores se halla muy ocupada. Anda repartiendo sonrisas y distribuyendo millones al “rompepelotas” futbolístico Evo Morales. Tantas patadas está dando el boliviano que, claro, al final se ha roto el menisco. Pobrecico. Allí está, sin embargo, doña Trini cumpliendo con una de las obras de misericordia: visitar al enfermo. Qué abnegación cristiana la de esta mujer que defiende el laicismo del Estado y vota a favor de que las chicas menores de edad puedan abortar sin ni siquiera tener derecho a votar.

 

En tanto, el antiguo ministro de la cosa internacional, defenestrado por ZP entre lloriqueos lastimosos, ha sido comisionado por su presidente madrastra de Blancanieves para ir, con toda urgencia, a Tánger y quitar hierro al genocidio saharaui. Contento y riente se ha visto a Moratinos. Como chico con zapatos nuevos al que le habían arrebatado injustamente el calzado de Reyes Magos. Allá que se ha reunido con el mandatario marroquí para mostrar su preocupación por este asunto tan enojoso. Preocuparse, sí, ha dicho el presidente. Condenar, no. Cómo va a condenar el genuflexo Zapatero a su amado sultán, el vecino de abajo que le tiene pillado por salva sea la parte.

 

Los derechos humanos pueden esperar. Como el cielo. Basta un poco de árnica por un costado, un muletazo por otro y unas gotitas de bálsamo bebé para la testiculina afectada. Derechos humanos, según y cómo. Estos saharahuis es que son unos rebeldes indómitos. Total, por unos cuantos muertos, unos centenares de heridos, miles de deportados, cómo se ponen. Y la prensa española, vendida al partido de la derecha. Porque, no lo duden, es Aznar el instigador de este movimiento que comanda el Frente Polisario. Bush, detrás. Obama y Zapatero, por la paz. Mohamed, por las buenas relaciones vecinales. Al Qaida, al fondo. En un escenario dorado, para que la iconografía bizantina se muestre en todo su esplendor.

 

Mucho protocolo. Rigidez extrema. Mostración de soberanía. Jerarquía. Zapatero es a Moratinos lo que Trinidad Jiménez a ella misma. Renuncian a la dignidad de la nación, desprecian los derechos humanos de los débiles y, para recochineo, hacen apología verbal -difundida por el corifeo mediático subvencionado- de su tesón y de su denuedo en defensa de los más débiles.

 

Trini con Morales. Moratinos con Fasi Fihri. Zapatero en Seúl. España en Babia. Los españoles esperan. Las urnas, por favor, las urnas.

 

Un saludo.

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