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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FISCALES INSTRUCTORES

 

 Es obligado reconocerlo. Nobleza obliga. Ciertamente tendenciosa, mi opinión sobre las estrategias del partido de Pablo Iglesias es que son modelos a estudiar por más que disten mucho de valores a seguir. El papel del poder judicial en un sistema democrático resulta crucial. Supone la coronación del imperio de la ley sobre los deslices democráticos, las corrupciones de electores y elegidos, las manipulaciones demagógicas de los medios de (des)información o el clientelismo secular que atropella las virtudes políticas de nuestra madre patria. En la tienda de todo a cien del Psoe no se ciñe corona distinta a la de la secretaría general. Las demás testas regias permanecen en tanto se acerquen al despliegue de la cadena de mando.

 

Cuando Guerra, don Alfonso, asesinó a Montesquieu, tiraba a matar. No hizo un simulacro de ametralladora verbal. La cuerda, cortita a los jueces. Qué es eso de que los hombres de la toga y de las puñetas están por encima del Gobierno, fruto de la voluntad soberana del pueblo. Lo dijo y se quedó tan ancho. Y tan rico. Además, como había expresado el antiguo alcalde de Jerez, había que erradicar la idea de que la justicia es un cachondeo. Al menos, en lo que respecta a según qué personas, personajes y parientes. En todo caso, los tribunales están a lo que el pueblo mande y el pueblo, sépase, es votante incondicional de la secta de los descamisados de alta costura.

 

Consumado el ascenso de la escalinata de las ideas perturbadoras, se imponía la materialización de las mismas. Si los jueces estaban ya bastante divididos en asociaciones varias, seguían disfrutando del secular carisma. Un juez es un sujeto a tener en cuenta. Había que limar, pues, las bases de su jurisdicción. La primera base tenía solución simple. Los funcionarios están acostumbrados a doblar la cerviz bajo el arco del no sabéisconquiénestáishablando. Cosa distinta era el rol de los secretarios judiciales. Señorías ellos y ellas, no se sustraían, sin embargo, al influjo omnipresente del magistrado de turno. El frotar se va a acabar. La creación de la Oficina Judicial crea una figura distinta y distante. Se les faculta para señalar fecha y hora de juicios, se les otorga el derecho a la autoridad funcional, allende la de fe pública y se les encarga la dirección técnico procesal de su oficina judicial.

 

La relevancia del secretario judicial preocupa conforme a este puesto se puede promocionar vía interna. Las oposiciones libres dejan paso a los concursos de méritos y oficiales veteranos con acendrada afinidad al partido gubernamental aspiran a lo que otros lograron a base de estudio constante y de esfuerzo denodado. Con lo cual, si ya se hacen de mangas capirotes, ahora, las trampas se olisquean como los radares móviles en las carreteras.

 

La tercera pata del banco que se quiere quebrar es la de los fiscales instructores. El acabóse. Imaginen a miembros del Ministerio Público siguiendo disciplinadamente las órdenes jerárquicas del Conde Pumpido de turno. Para temblar. No teniamos bastante con los Garzón, los Bermúdez, los Pedraz y algunos otros de cuyo nombre no me quiero acordar, para que, en el colmo de la dependencia, la justicia deje de ser una virtud para convertirse en un desvalor. En este sentido, llegaremos a decir antes que pronto: el crimen como valor. Oxímoron más sangrante acaso no sea posible. Pero no está lejos. En las escuelas se educará en desvalores. Como el robo, el asesinato, el cohecho, la prevaricación y la estafa. Entre otros.

 

Y es que algunos confunden educar con instruir. Sus diferencias son tan notorias como la presidencia de Aznar y la de Zapatero. No comparen al primero con el segundo. El último lo es no en razón de la cronología, sino de la eficacia y del patriotismo. Fiscales. Instructores. Qué miedo.

 

Un saludo.

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