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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LEGALIZAR BATASUNA

 

La ley de partidos políticos es agua mojada. Se sortea esta ley como se finta a un defensa. Hoy sirve. Mañana, se utiliza. Grifo que se abre y cierra con el monomando de la política más desvergonzada.

 

La interlocución con ETA nunca cesó. El Gobierno alienta la eterna llama de la conveniencia partidaria. No tiene en cuenta el interés del Estado. Luis XIV decía que él era el estado. El PSOE entiende que el Estado se confunde con su partido. La ley, cualquiera que fuere, halla su razón de ser en que satisfaga el bienestar del grupo psoecialista. En caso contrario, se regatea y se elude con la mayor desfachatez.

 

La irresistible ascensión de Rubalcaba no le conduce al cielo de la verdad. Para nada. Rubalcaba ha sido porteado a la puerta del Hades, del dios griego de los muertos y de las riquezas. Como guardían del sepulcro que ha de cobijar al muerto que se vaticina. A esa tarea se reduce toda la parafernalia destinada a encumbrar al antiguo portavoz del Gobierno que no eliminó al escuadrón de la muerte. A eso y a tratar de cambiar al muerto y de escamotear las riquezas. Cambiazo del PSOE por el PP. Ahí radica la importancia de su gigantesca función. Rubalcaba reniega de su función de sepulturero y se presenta como maquillador de cuerpos mutilados.



No es otra cosa. Las ofertas realizadas a los delincuentes de dicho grupo asesino exceden las facultades de los negociadores estatales, tanto por infringir la ley como por vulnerar la independencia judicial. Se busca ahora una nueva ANV. O una palabrita “inexorable” que juegue a la más calculada ambigüedad entre su acepción de irremediable y su significado de implacable. Quiénes pueden temer la dialéctica de un ministro del Interior que, hoy, dice saber nada del Faisán y, ayer, era portavoz del Gobiernode los GAL?


La Oposición no puede caer en la trampa tregua ni en la tregua nominalista a la que le lleva este Gobierno desnaturalizado. La compostura de palabras y de gestos debe ser aliada de la firmeza de sus actitudes. Prudente, sí. Cobarde o pasota, no. Debe y puede. Salvo que, a la luz de la realidad más prosaica, demuestre que la legalización de Batasuna es una nueva treta infame de un Ejecutivo embustero. El PP debe levantar el velo. Y, así, dejar al descubierto que el neozapaterismo es un invento del sepulturero mayor del reino para mandar bajo tierra a su gran enemigo potencial y actual. Que no es ETA. Que el PP es.

Lo que sí resulta un axioma es que ETA no cede. No cambia. No da un paso atrás. No se entrega ni se rinde. Busca lo que quiere y quiere lo que busca. Su razón fanática es el instinto destructor. Muere matando. Su escasa operatividad no implica que esté inactiva. Por el contrario. Hiberna porque se siente acorralada. Del obligado letargo sólo saldrá a sabiendas de que el premio será espectacular. Mientras tanto, la máquina de asesinar está bien engrasada. Habrá más Estado sin ETA. Con ETA no habrá un Estado.

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