PERCEPCIONES
Que dice Trillo que no. Que no y no. Que el sondeo realizado por el Centro de Investigación Social de la Universidad de Huelva no responde a la realidad. Lo refiere Díaz Trillo.
Las declaraciones de José Juan son una bomba de manipulación dialéctica. Se le da bien al señor Trillo lo de hacer poesía. Otra cosa es la política. Salvo su obediencia servil y lacaya al partido que no fue de sus ascendientes, la actividad de Juan José no ha destacado por la eficacia. Ahora que le ha tocado el premio a la docilidad, agradece a su valedor la confianza depositada en su persona y se presta a perpetrar una de las mayores ofensas a la inteligencia del pueblo de Huelva. ¿Ofensa? Sí, ofensa. Afirmar, sin palidecer ni sonrojarse, que nuestra ciudad goza de una gran calidad ambiental, constituye un ejercicio de cinismo sólo equiparable al que despliega el lustroso -que no ilustrado- Pepiño Blanco. Dios los cría.
Si la señora Del Castillo colocó alto el listón de incompetencia política en virtud de su defensa del fosfoyeso y del oleoducto Balboa, Díaz Trillo eleva el nivel a la categoría del virtuosismo. Se transita del vahído al espasmo, de la necedad a la estulticia. Sin solución de coninuidad. Aplica Trillo la estadística a sabiendas de su mentira. Mete en el mismo saco a Marismas del Odiel y a las infamantes balsas de fosfoyeso.
Los onubenses, subraya Trillo, padecemos de una patología sensorial grave: nuestra percepción no distingue entre lo objetivo y lo subjetivo. Qué tara la de los ciudadanos de Huelva. Mira que creer que los efectos perniciosos de la contaminación son reales. Psicológicos. Las emisiones atmosféricas, los vertidos a los acuíferos y ríos, la polución del suelo, son ensueños. Cuando los vecinos de Pérez Cubillas salen a pasear, no tropiezan con un piélago de fosfoyeso radiactivo, no. Es una inmensidad blanca tan placentera como la nieve pirenaica. Dan ganas de regalarle un par de toneladas a Mario Jiménez para que la cultive en el chalet de El Conquero. Ganas dan.
Este articulista se malicia que Díaz Trillo confunde adrede y miente a conciencia. Confusión interesada la suya. O el neoconsejero se pasa de listo o el hombre nos toma por tontos. Perciba, señor Trillo, lo que opina la ciudadanía. Oígala. Reclama más atención a los problemas medioambientales que a la destrucción de empleo. Que ya tiene tela la cosa.
Un saludo.
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