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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PINCHAZO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

 

Hacienda no sabe de dónde sacar. Es posible que, a estas alturas de la película, sea el único organismo que no se haya enterado de la crisis. De la crisis y del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Lo que estaba inflado como un globo en 2007, ha dejado escapar el aire artificial y, hoy, en 2010, ha perdido la obesidad mórbida de antaño. Los precios de ayer se han desmoronado hoy. Más allá del treinta por ciento de su antigua tasación. Así es, si así os parece, que decía Pirandello. Así es porque no hay tu tía, parafrasea Banco de España. Miguel Ángel Fernández Ordóñez lo ha dicho bien claro: “Los bancos y cajas de ahorros en su conjunto cuentan con provisiones suficientes para absorber un quebranto del 35% de su cartera potencialmente problemática de construcción y promoción inmobiliaria”. La declaración ha tenido lugar el día de la fecha. Pudo producirse tres años antes. Pero no. Hoy.


Hacienda debería, pues, enterarse de que los impuestos, ya sea el IVA ya el ITP, deberán aplicarse sobre los precios reales de compraventa y no sobre el valor inflacionario de hace un lustro. Pues no. Como no le salen las cuentas, el ente tributario esgrime el valor del catastro como clavo ardiendo para activar la escualidez de la fuente de ingresos. Le importa un silbato la crisis y un pito la verdad. Dinero. Lo que pretende es dinero. Y si acusa de fraude a todo comprador por el mero hecho de adquirir barato, debe demostrarlo pues en Hacienda recae la carga de la prueba. Mientras tanto, a recurrir, a litigar, a resistir, como dicen los juristas italianos. Viva la economía procesal.


La Agencia Tributaria actúa como si el mercado inmobiliario fuere un coso inmóvil, de figuras tan regladas, que al abc le sucede, inevitablemente, el d. Quiere dinero. No importa que las empresas del ladrillo entren en quiebra, que los expedientes de regulación de empleo se multipliquen, que los flujos financieros se sometan al vaivén de los intereses. No importa. Dinero. Es muy sencillo. El Informe de Estabilidad Financiera lo proclama: del total de la inversión en el sector de construcción y promoción inmobiliaria, los créditos dudosos suponen casi el diez por ciento del total invertido. El ajuste inmobiliario está comportando un riesgo añadido.


La subida de impuestos tiene sus defensores y sus detractores. En cualquier caso, hay que sujetarse a la norma. Se consumirá más o menos. La renta disponible determinará la capacidad de cada uno. Pero los impuestos se producen sobre la base imponible del producto. En la división inmobiliaria de la economía, la base imponible ha descendido. Más allá de un tercio respecto a mil días antes. Todos los propietarios de viviendas hemos perdido en el envite. Todos. Algunos, un poco más. Las familias que se han declarado en quiebra, ni les cuento. Los que han vendido sus joyas, no se han desprendido de las mismas por un acto graciable. No. Por necesidad. De la misma manera que los que se han visto obligado a vender sus viviendas. Por narices. Por supervivencia.


Señores de Hacienda. Es la crisis. Es el cambio de la base imponible. El Gobierno, que suba los impuestos. Pero que la base imponible se mantenga en los valores del mercado. Del mercado actual. Del mercado en franca recesión. No del mercado de la suave desaceleración. No sé si me he explicado. Pues eso. Rompan la hucha. Que la de los contribuyentes está, tiempo ha, hecha añicos.


Un saludo.

 

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