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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MARRUECOS NOS TIRANIZA


 Nadie discute que el sultán de Marruecos ha deportado a una mujer saharaui. Nadie rechaza que esta expulsión ha sido manifiesta, pública y alevosa. Nadie cuestiona que Aminatu Haidar ha sido desterrada de su país por orden del sátrapa alauí. Nadie duda que el extrañamiento de esta señora se debe a razones políticas, que no penales.

  Nadie titubea, a la hora de entender la tiránica actitud de nuestro vecino del sur, que su relación bilateral con el Gobierno de Zapatero descansa en la debilidad de nuestro presidente. Nadie refuta que si el avión que transportaba a la señora Haidar hubiera provenido de París, las autoridades magrebíes no hubieran tenido el coraje de devolver la aeronave a Francia. Nadie objeta que Mohamed VI no se atreve a hacer a Sarkozy lo que sí perpetra con el Secretario General de los psoecialistas españoles.

 Nadie rebate la debilidad del Ejecutivo español en el terreno exterior, de la misma forma que nadie contradice la incompetencia del mismo en materia económica, en asuntos de empleo y en temas de nacionalismos. Nadie alberga posibilidad de errar si se acusa a Interior de culpar a la policía de una decisión que ésta no ha tomado sin autorización del cargo político. Nadie. ¿O sí? 

 Marruecos es un Estado soberano. Sin duda. Marruecos se ha convertido en un interesado escudo del orbe occidental frente al avance de los fundamentalismos islámicos. Como Turquía en el oriente del Mediterráneo. Uno y otro están obteniendo importantes réditos de su estrategia. Alivian el luto de su retraso económico y social con el color del euro y del dólar. Acallan el empuje verbal de los que demandan una transición democrática con la advertencia de la retroacción a posiciones afganas. Se benefician de su condición de cuello de botella para exigir compensaciones desmedidas. Con amigos como Marruecos, para qué se necesita enemigos.

 Nuestros vecinos del sur nos están haciendo la "pascua". La pascua y la puñeta. Si Gibraltar se permite el lujo de los desplantes más vaporosos a nuestro país, sin que Zapatero reaccione, qué techo no se planteará Marruecos en la seguridad de la inacción del primer ministro español. "Do ut des", reza el brocardo jurídico. Doy para que des. España da a Marruecos las dos manos y su rey se apodera hasta el hombro. Eso sí, no tiene reparos en pasaportarnos miles de inmigrantes ni se cansa la vista en avizorar la salida de pateras. Ojo, nos dicen. Ojito, que desde Melilla a las Canarias, la amenaza está latente.

 Desde la Marcha Verde hasta la expulsión vergonzosa de Aminatu, los marroquíes nos quieren torear. Con Aznar no pudieron. Peregil fue un regüeldo. Los olores bucales siguen percibiéndose años después. Los tiranos se ensañan con los débiles. Sobre todo con los enclenques de espíritu. ¿O sí, don José Luis?

 Un saludo.

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