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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DESPRESTIGE


 Donde las dan, las toman. El refrán ofrece, más que una realidad, un deseo. Incluso un vituperio, una maldición. Este articulista trae a la memoria el escándalo del Prestige. El monocasco con más de setenta mil toneladas de petróleo que acabó hundido en las aguas del Atántico. La manipulación que sobre la catástrofe medioambiental realizó el PSOE, marca un antes y un después en la historia de la infamia humana y del odio político. El odio de un partido a otro se disolvió en la estrategia más cruel. El perro no abandonó la presa. Ni siquiera siete años después, la jauría permite que la pieza se le arranque entre sus colmillos. No obstante, la rehala se superó a sí misma en la interpretación indecente que hicieron de la guerra de Irak. Asesinos, gritaban los viles.

 Fago es un pequeño Puerto Hurraco en la España descarnada y fratricida si se compara con lo que levantaron las gentes del PSOE durante los años de Gobierno de José María Aznar.

 La rabia de la fiera salvaje se asomaba a tropel por el rostro de un Partido, entonces en la Oposición, que  ambicionaba, a toda costa, recuperar el poder en España. Precisaron, en ese intento paranoico, algo más fuerte que el Prestige e Irak. Necesitaron el 11-M. Hizo falta un atentado letal y masivo y una propaganda implacable. No importan los medios cuando el fin nos favorece, se decían. Asesinos, rugían los despreciables.

 La defensa de los homosexuales, la lucha contra la xenofobia, la lid contra la violencia de género no son, en su mentalidad, sino hitos de un camino especular y de imagen. Lo que ven en ese espejo no les gusta. Por eso, modifican el tono y afeitan el rostro. El rabioso can se torna, por fuera, dulce perrito y, por dentro, conserva la sed de sangre. Pero vale lo que por los sentidos entra. Los lacitos de colores, los pins conmemorativos, las frases amorosas, las caras compungidas. Los violentos, los homófobos y xenófobos, las plañideras malvadas, saben que en esos tics de adorno exterior hallan su coartada, su gran excusa, para seguir siendo, en su interior, malos, asesinos, sin entrañas. Violento el que no lleve el lacito, susurran.

 Del Prestige al Desprestige no dista más que un hato de falsedades. Del Prestige al Desprestige sólo media un cúmulo de mentiras. El injusto es quien vulnera la justicia. Prestigio significa, en su primera acepción, renombre. En su acepción cuarta, engaño, ilusión o apariencia. Es el prestidigitador que embauca. Es el "desprestige" que sucede al acto  de que alguien descubra públicamente los trucos. Las trampas. Desprestige.

 Un saludo.

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