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Francisco Velasco. Abogado e historiador

RUBALCABA, EL FAISÁN

 El faisán es un ave. Pero no un pájaro, ojo. A veces, se asemeja a uno de mal agüero. Pero es ave. En forma de gallina, se pavonea de sus plumas de colores. -Yo, faisán guipuzcoano, soy una especie protegida, cacarea mientras otros congéneres pasan por las horcas caudinas del rôti. Este "Faisán", no. Este faisán no es un ave cualquiera, como la "y" vasca. No. Es un ave de tuna etarra, de público "eneuve" y de patrocinador gubernamental. Manifiesta el faisán irunés rasgos que le hacen diferente. De cabeza calvorota y enjuto cuerpo, sus plumas son monocromas, como si tratara de pasar inadvertido. Le delata, sin embargo, el ruido gutural de su garganta cubierta de una rala y cuidada barba. El sonido le traiciona.

 Rubalcaba, don Alfredo, es ministro del Interior del (des) Gobierno de Zapatero. Es todo un paradigma del maquiavelismo más inmoral este cántabro de Solares. Ministro de Educación y de Presidencia con Felipe González, se mueve en los bajos fondos políticos con una especial sinuosidad. En ese aspecto, fue todo un referente en el caso de los GAL. De ahí el sobrenombre de Rugalcaba con el que algunos le mencionaban. Se postula don Alfredo como un epígono del felipismo: "qué mas da que sean galgos o podencos; lo que importa es que cacen". Prioriza resultados. Desprecia medios. La ley la inventó él para que ate a los demás. Al PP ni agua. Asesinos en Irak. Corruptos en Gürtel. Mentirosos en el 11-M. Lo dice don Rubalcaba.

 El caso "Faisán" presenta las trazas de una ignominia. No por repetido el modus actuandi, repugna menos. Enfangar al Estado en las vergüenzas del Partido retrata a quienes se conducen por esa cloaca inmunda. Traicionar al Estado es un delito muy grave. Si Rubalcaba sabe más de lo que dice, procésele. Si don Alfredo quiere justificar, como Felipe, que al Estado se sirve también desde las alcantarillas, repróchesele al tiempo que se le destituye de manera fulminante. Si el ministro del Interior de España se cree un iluminado que, a modo de "araña negra" jesuítica, impone el terror del mando, intérnesele. No puede seguir en la vida pública aquél que empozoña el Estado de Derecho. Sea quien fuere, lejos. La democracia dispone de mecanismos para liberarse, legalmente, de lacras tan perniciosas.

 Este faisán es incomible. Tal es el engendro. Sin embargo, hay que analizar las causas de su putrefacción. No es de recibo que el Fiscal Bautista pretenda el archivo, sin más investigaciones. Muerto el perro, no se acabó la rabia. Diseccionen el cadáver del animalito. A fondo. Después, busquen a los espantadores del gallináceo. Rastreen entre el personal del Ministerio que antes tuteló Barrionuevo y que en Vera tuvo su adelantado. No culpen a la Policía. Indaguen entre algunos policías. Sigan el hilo de los beneficiados por el chivatazo. Desde luego, ETA. ¿Cómo es posible que el Estado se convierta en cómplice de esta banda asesina y terrorista?

 Tan posible como que Zapatero ennobleciera al delincuente Otegi denominándolo "hombre de paz". Tan desdichado como que Conde Pumpido defendiera el barro en la toga de los fiscales. Tan infame como que el Partido Popular no se personara en esta causa. Tan vil como quien se orina en las víctimas de estos malhechores. Da asco. Huele que echa para atrás. No escondamos esta basura bajo las alfombras. Al vertedero. Los autores, también.

 Un saludo.

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