CATALANISTAS DE PENA Y DE PEGA
La pena es un sentimiento aflictivo que, a veces, resulta execrable. Como lo es la compasión cuando a la justicia suple. O la caridad respecto al derecho. O la tolerancia frente al respeto.
Un servidor ama lo español y, como español, ama a Cataluña. Y a Cataluña admira como tantos otros, ya andaluces, ya gallegos, ya madrileños. Todos entendemos el catalanismo como pasión intensa hacia la propia tierra. Algunos, en cambio, lo interpretan de forma artera, interesada, convenida. Como una innoble coartada. Como una grandísima estafa emocional.
Que si Carod, que si Puigcercós, que si Benach, que si Tardá...Que si Laporta... Que si Millet. Catalanistas de pena y de pega. Despotismo de ignaros muy pillos. Absolutistas de izquierda y de derecha que en la pela tienen el becerro de oro y en la señera el llanto de falsas plañideras. Pelotazos de ezquerra y fintas de convergencia. Mas y Ridao. Jordi y Pascual. Montilla. Pelotas y badulaques que, en nombre de Cataluña, sepultan el valor arrogante de los almogávares.
Que se acusa al presidente del Parlament de despilfarro, ataque a Cataluña. Que el responsable del Patronato del Palau se lleva millones, odio a Cataluña. Que el ex president de la Generalitat recibe comisiones, anticatalanismo españolista. Que el baranda del Barcelona recibe críticas de los medios, rencor administrativo madridista hacia el nacionalismo catalán.
Catalanes de pena y de pega. Catalanes fingidos. Resabios de mala educación. Toman en vano el nombre de Cataluña. Corrompen el nombre de Cataluña y bajo su nombre se encriptan. Jaez de falsedad y adorno de oropel. La cuatribarrada en malas manos. La tierra de promisión y progreso, hoy seca. Ayer, seda. Hoy, esparto. Despedazada. La independencia que reivindican es el engorde de sus bolsillos y la desmesura de su ego.
De pena y de pega. Paraíso de la injusticia social y del poder altanero. Edén materialista e insensible que oprime, con la violencia punitiva de una Generalitat perdida, las libertades. Infeliz Eldorado que ensalza el lenguaje único, desprecia la pluralidad y aplasta el talento. La Cataluña vanguardista hecha añicos. La airosa nave de antaño mal gobernada por unos catalanistas de pena y de pega.
Esta pena ya no es sentimiento. No es aflicción. Como mucho, pluma mayor de ave. Es ficción. Es pega. Corta y pega.
"Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón" (Calderón de la Barca).
Un saludo.
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