Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

ICONO OBAMANÍACO


 Perdón por el juego de palabras. Manía por Obama. Que no es lo mismo, sino todo lo contrario, que manía a Obama. En modo alguno me refiero a la manía como trastorno mental. En absoluto. Bajo ningún concepto. Sí quiero reseñar el exacerbado furor que caracteriza y distingue a los "fans" por el halo que, a su alrededor, crean determinados artistas o ciertos personajes públicos. Así la "beatlemanía" o la "elvismanía.

 El "fan" lleva la admiración hacia su ídolo a través de manifestaciones admirativas que exceden la normalidad. El lloro, el grito, el pataleo, el suspiro más tierno y desconsolado, entre otros modos de expresión desaforados, constituyen signos de identificación de estos maníacos. Llevan su amor hacia el personaje hacia extremos obsesivos. Se excitan, se muestran eufóricos e irritables por momentos, se desinhiben, pasan fácilmente de la risa a la lágrima.

 Decía Bob Marley, el genial jamaicano compositor e intérprete de musica reggae, que la gente que trata de hacer que este mundo sea un sitio peor, no se toma un día libre. Ni siquiera toma vacaciones, remacha este articulista. La pasión por el líder estadounidense alcanzó cotas casi insuperables cuando se "coronó" presidente del país más poderoso del planeta. Millones de personas se reflejaban en la figura juncal de este hombre joven, de raza negra y ascendencia africana. El presidente del Gobierno de España, a juzgar por sus declaraciones y sus gestos, también.

 Alejado el malvado y guerrillero Bush del poder, el señor Zapatero somatiza en su sucesor la figura del líder renovador, de izquierdas, insobornable, que se erige en el referente mundial del cine holliwoodense. Obama es de cine. Obama no es de carne y hueso. Obama reencarna la fuerza del llanero solitario, la voluntad indomable de Kunta Kinte, la rebeldía de Escarlata O´Hara, el coraje del Zorro. Bueno, no, el Zorro, no. El Zorro señalaba a los malos con la Z y la Z tiene patrimonio. El Zorro, no, ni hablar. El Zorro tiene su asiento en España. Por ahí no pasamos. La admiración limita en el abecedario con la Z y en el fervor popular con la P.

 Ahora que no está Bush, ZP es recibido por Obama. Exitazo personal. Ahí le tienen, en la Casa Blanca. Dominando el despacho oval. Hablando entre rojos. Explicando la fórmula mágica que nos sacará de la crisis mundial. La crisis mundial. La crisis española sí que es la mundial. Él no cometerá el pecado de Aznar de poner los pies sobre la mesa ni de enfatizar su acento tejano. Zapatero mostrará sumisión al grande entre los grandes, al defensor de los pobres, al adalid de los desfavorecidos. Es verdad que no hablará inglés. No tiene ni idea. ¡Qué importa! La contundencia de su retórica, la modulación de su voz, la elocuencia de su mímica gestual y la autenticidad de su mirada serán suficiente señuelo para que Obama capte la magnitud de su causa y el acendrado, exquisito, purificado, sentimiento de solidaridad que le profesa.

 Zapatero sueña con el premio Nobel de la Paz. De economía, también, pero se lo han regalado a Ostrom y a Williamson. Injustos. La academia noruega ha tenido a bien distinguir a Obama con tan preciado galardón. Buena señal. El próximo puede ser él. Hablaré con Leire, se dice. La conjunción planetaria será más visible si sus rectores lucen, orgullosos, el marchamo de su indesmayable comunión pacífica. Y para que nadie la ponga en duda, nos traeremos a unos cuantos presos de Gantánamo. En España, entre los etarras y los binladenistas, tenemos experiencia. Fíjense que en las elecciones de 2004 fueron decisivos los atentados que, todavía no se sabe, pudieron perpetrar unos u otros. O los dos. En esa dicotomía, ZP ganó. Obama, tampoco. Iconos.

 Un saludo.

0 comentarios