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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LAS VERDADES DE ZAPATERO Y DE BLANCO. ¡JA!


 Una cosa es decir la verdad y otra, bien distinta, es conocer esa verdad. Zapatero llama al improvisar gobernar. En el caos dialéctico-mental que constituye el hábitat político -no sé si también personal- del Presidente del Gobierno, uno ya no sabe si esa verdad que expresa es producto de su fantasía cunera, de su confusión permanente entre deseo y realidad, de una deriva paranoide de su función gubernamental o, quién sabe, de sus ambiciones frustradas. Lo ignoro. De lo que tengo absoluta certeza es de que la verdad expresada no se compadece con la verdad objetiva: gobernar no es improvisar. En modo alguno. Bajo ningún concepto.

 Existe un test, muy elemental, para medir la personalidad de los individuos. Una enorme piedra colocada al efecto en medio de un sendero, impide a los vecinos circular a pie o en carreta a su través. La mayoría sortea el obstáculo bordeando el camino. Unos pocos caminantes trepan la roca y prosiguen su marcha. Uno de los lugareños decide pedir la ayuda de otros y, entre todos, retiran la enemistosa muralla. El problema de Zapatero es que opta por la solución mayoritaria y encubre su mediocridad en la expresión solemne de una justificación imposible. Horacio Krell asevera que "una obra de arte es como un viaje que se recuerda por el sabor de la improvisación". Sin embargo, la improvisación, como las musas, advienen cuando encuentra al autor trabajando. Y las obras de arte en política no hallan ámbito de difusión.

 Gobernar no comporta improvisar. Gobernar significa regir, administrar, dirigir, conducir, guiar. En consecuencia, el Gobierno que no se sustenta sobre una organización racional, metódica, sistemática y sistémica, malos pasos da. Malos pasos. Hoy, la Alianza de Civilizaciones. Ayer, la retirada de Irak. Hoy, el desprecio a las víctimas del 11-M. Mañana, nuevos contingentes de tropas a Afganistán. La crisis no es y, de serlo, ya hemos tocado fondo. Los brotes verdes nunca existieron o tan enclenques asomaron que en su propia inopia murieron. La improvisación gobernante o el Gobierno improvisado se rasan en el estrato de lo accidental. No hay esencia. Se carece de sustancia. Lo racional se rinde cautivo ante lo sensorial.

 Intuía Zapatero que él sí poseía carisma para dialogar con ETA, nada más que hablar, no cabe discusión. Consideraba el caudillo psoecialista que cumplía con su deber moral al permanecer sentado al paso de la bandera norteamericana, punto y aparte. Entendía don José Luis que la señora Aído era la ministra idónea para llevar adelante la ampliación de la ley del aborto hasta las menores de edad, no se rechista. Que hoy concedo dádivas de cuatrocientos euros, mañana las retiro. Que se incrementa el número de parados, más limosnas a los infelices.

 Viene a la memoria de este articulista la filosofía de Nietzsche. Venía a reflejar el alemán que quien miente una vez se obliga a hacerlo más, las que sean necesarias para sostener la certeza de la primera. Las declaraciones del Blanco, el escudero, acerca de la veracidad de las palabras de su señor sobre la subida de impuestos, es la prueba del nueve que confirma la tesis expuesta. Agrega, al respecto, Nietzsche que "Él, que sólo busca habitualmente sinceridad, (...), representa ahora, en la desgracia, (...), la obra maestra del fingimiento. No presenta un rostro humano, palpitante y expresivo, sino una especie de máscara de facciones dignas y proporcionadas. No grita y ni siquiera altera su voz. Cuando todo un nublado descarga sobre él, se envuelve en su manto y se marcha caminando lentamente bajo la tormenta".

 En una entrevista que el Presidente español ha concedido a la revista estadounidense Newsweek, asegura el líder del PSOE: a) la economía española no se está hundiendo; b) la recesión será menor en España que en otros países europeos; c) la recuperación sólo se producirá cuando creemos empleo.

 Por el mar, las liebres. Por el monte, las sardinas. Vamos a contar mentiras, laralá. Lo dicho.

 Un saludo.

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