PARA DESCONFIAR
Un artículo de uno de los grandes historiadores de la actualidad, Henri Kamen, refiere en El Mundo de hoy: "España se ha colado por la puerta de atrás en la reunión de Londres del G-20". De otra parte, a modo de corolario, se explicita que Zapatero es propenso a traicionar a sus aliados. Esta referencia previa pone en boca del profesor Kamen dos expresiones íntimamente ligadas, como son la traición y el colarse por la puerta trasera. Traicionar supone renegar, con dichos o actos, de un compromiso de lealtad. Desde un punto de vista político, se puede decir que es traidor quien comete actos terroristas, o quien conspira contra el Estado, o el que difunde ideas contrarias al orden estatal establecido, o quien colabora con estados enemigos,... Un enorme escritor de nuestro Siglo de Oro, Vicente Espinel, consideraba traidores a las personas que no comprenden el tesoro que poseen quienes disfrutan de una conciencia honrada y pura.
La invitación del Premier Gordon Brown a Zapatero para que medie entre Obama y Sarkozy, no se hace al azar pues los británicos han conformado, desde siempre, un pueblo que no da puntadas sin hilo y que cuando tejen, la rueca hila muy fino. Gordon Brown ha hecho a Zapatero un regalo envenenado conociendo, por otra parte, el afán de protagonismo paleto del presidente del Gobierno español. El gran arma de Zapatero, que es la dialéctica de bajo cuño y corto recorrido, no le acompaña en este lance porque su dominio de la lengua de Shakespeare es tan escaso como su capacidad para decir la verdad sobre la crisis económica. ¿Qué pretende, entonces, Brown? En primer lugar, buscar un tonto útil que, partiendo de la idea de alianza de las civilizaciones, haga posible que Obama y Erdogan sellen un verdadero Pacto de Estado, dado el valor geoestratégico de Turquía en el ajedrez internacional. En segundo lugar, potenciar la obamanía de nuestro presidente (producto sin duda de su mitomanía y de su megalomanía irredentas), de manera que se posicione en el terreno estadounidense y se aleje de Francia. En tercer lugar, ser testigo de excepción de la consecuente crispación diplomática con el país vecino, cuyo Jefe de Estado ha sido el gran valedor para que Zapatero colme, por el momento, su sueño de codearse con los grandes. La pérfida Albión no se ganó este apelativo por su ingenuidad ni por su altruismo, sino por su defensa a ultranza de su patria. Reproducir una coalición anglonorteamericana como ya ocurriera con Blair y Bush es un objetivo cercano y nada complicado de conseguir a muy corto plazo. No olvidemos que el europeísmo de Inglaterra es tan sincero como la voluntad pacifista de Napoleón.
En este orden de cosas, si Zapatero traicionase a Sarkozy y se alineara con las tesis anglosajonas, rápidamente hallaría la respuesta para convertir su deslealtad en una acción patriótica. Esta respuesta, sea cual fuere, siempre se conduciría por los derroteros manidos del "interés general", la búsqueda de socios progresistas que combatan el malsano conservadurismo del actual gobierno franchute, la necesidad de construir una arquitectura diplomática que evite las exclusiones, la obligación de tender puentes al islamismo, la civilización de las alianzas, al revés, qué mas da, y un largo, y manido, repertorio de lítotes de ese calibre.
De actuar como se presupone, ¿lo haría en pos del bien de nuestro país y de nuestros conciudadanos? Apuesten conmigo, en este punto sigo a Kamen, a que si Obama pide a Zapatero que incremente el número de soldados españoles en Afganistán o en otro país intervenido militarmente, nuestro mandatario no podrá o no sabrá o no querrá (e incluso los tres verbos conjuntos) negarse a satisfacer los deseos del verdadero emperador y enviará los soldados que nos pida. Aunque, a posteriori, manifieste a que ha accedido a la mitad de los que Obama había solicitado, seguro que habrá consentido en desplazar al triple de los que, en realidad, le hubiera gustado admitir. ¡Pero eso es engaño al pueblo! Ya, pero Zapatero tiene talante y el pueblo, no. La culpa es del PP que nos llevó a la guerra de Irak (Pepe Blanco dixit). ¡Qué paciencia, Señor, qué paciencia!
Un saludo.
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