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Francisco Velasco. Abogado e historiador

POLÍTICOS Y ORTOGRAFÍA

 

 Me remiten un correo electrónico en el que reproducen el “tuit” de un diputado nacional. Ahorraré a los lectores el nombre del congresista y el de su partido político. Si quieren indagar, entren en “google” y sacien su curiosidad. Lo importante en este caso es el contenido. Resulta que el parlamentario en cuestión lamentaba en “Twitter” la gestión de la educación en la Región de Murcia. En su mensaje se leía textualmente: "Haber si después de 18 años se enteran en el Gobierno de Murcia: no es ni el cemento ni las grandes obras es la educación!!". Su mensaje aludía al informe PISA y al desastroso lugar que ocupaba la región.

 

Los hay críticos y los hay estúpidos. Uno puede reprochar a otro una actitud, una indumentaria, un proceder o un acto. Nada que objetar. Sin embargo, si el reproche lo realiza el experto en la materia desdeñada, mejor que se cerciore antes del fundamento de su acusación. Por simple salvaguarda de su necedad públicamente automanifestada. Que no es “haber si…”, señor diputado. Que se escribe: “ A ver si…”. Y preste atención este padre de la patria a los signos de puntuación como las comas y los puntos. Dicho lo cual, reconozca la metedura de pinrel en trasero propio y no atribuya al teclado o a las prisas su singular impericia. Reconozca el error y calle. Cualquier excusa contribuye a acrecentar la dimensión de su ignorancia.

 

Tiempo atrás leía un artículo en un periódico de difusión nacional en el que su autora ensayaba con brevedad sobre la importancia de una correcta ortografía. Y añadía un apéndice a su bien escrito comentario: “el que escriba HABRIR no debería graduarse”. Una medida demasiado drástica si no ha sido tipificada a priori y no se ha materializado con anterioridad en una enseñanza de base. Pero bueno, es cuestión de mentalidad y no persigo imponer criterios.

 

Sin ánimo de sentar cátedra y, por supuesto, sin voluntad de enaltecer la ortografía como sustancial paradigma de la lengua, me permito defenderla en sus aspectos formales y en sus modos fundamentales. Una ortografía impecable presenta a un sujeto digno de confianza porque abre la puerta a una amplia capacidad de comunicación y al desempeño de habilidades diarias. Es bien simple en nuestros días. Si se desconoce las reglas ortográficas, basta acudir al software más instrumental para salir de dudas.

 

Todo es cosa de transmitir mensajes con precisión y claridad. A la vez, se denota conocimiento y elevado nivel de cultura general. Además, combate la ambigüedad de las palabras homófonas. Causaría sensación el que el parlamentario imputador/autoimputado, miembro de la Comisión de Hacienda, reflejara en sus cuentas que la adquisición de un ordenador ha costado 1.234 euros + IBA.

 

Qué gracia, María Engracia. Antes de alegrarnos de los males de otros, hemos de asegurarnos de que esos defectos no nos emborronan nuestra camisa blanca. Por aquello del pinrel.

 

Un saludo.

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