LOS FRENTES DE RAJOY
El presidente del Gobierno de España interpreta un papel difícil de entender. Está centrando toda su política en la recuperación económica. Y ésta, lejos de visitarnos, nos esquiva. Qué invitado de fuste quiere acercarse a una casa con millones de desempleados y cuatro milmillonarios. Es, de entrada, llamar al conflicto. Pero, además, y de salida, toda cita con la prosperidad requiere un ambiente de paz y de confianza inexistente en estos momentos. Con estas premisas, en lugar de progreso, estancamiento de trincheras y prolongación de una guerra política sin visos de término.
Resulta peculiar el estilo de Rajoy. El exregistrador cree que la vida se encauza en libros. Craso error. Dar fe de una realidad es, sencillamente, un acto jurídico pero no una dinámica social. Los medios de comunicación han abierto una guerra contra el Ejecutivo de centroderecha. Salvo ABC y unos pocos de escuálida difusión, la prensa que parte el bacalao, tradicionalmente de ideología enfrentada, está firmando alianzas contra don Mariano.
Todo un récord. Lograr que El Mundo y el País se alineen contra el PP es una hazaña al alcance de muy pocos. De hecho, ni Felipe González ni José María Aznar alcanzaron ese nivelazo. Pedro Jota arrea cada zambombazo al personal que tiemblan desde el primero hasta el último. Y todavía no ha puesto banderillas ni ha desnudado el estoque de matar. Alguna puya que otra y el toro que se tambalea. En cuanto al diario de Prisa, si no se la clava al entrar, aguijonea al salir. Es su instinto y por ahí no cuelan otras verónicas que el llanto lastimero.
La verdad es que las artes propagandísticas del PP se han caracterizado por su malajá. No conozco un período de su historia democrática en el que los asesores, bien pagados, del partido hayan dado una a derechas. Si acaso a izquierdas, a los que han beneficiado con su política errática. No obstante, de cuando en cuando, El Mundo daba la cara por ellos y contrarrestaba con acierto los furibundos ataques de las huestes de Cebrián. Pero ahora…
El electorado huye despavorido. Si el capital es cobarde, el voto huye con el rabo entre las papeletas. Al ejército de los indecisos se une la tropa de los escépticos, de los confusos, de los sacrificados y de los hartos. La ideología es víctima de una ola gigantesca de sentimentaloides devoradores de novelas baratas. La estrategia informativa brilla por su aspereza y por la ausencia de pedagogía.
La única baza que puede jugar el PP es el descrédito del Psoe y, en especial, de Rubalcaba y de sus colaboradores síndico-fascistoides. Al acecho están la izquierda más extremista y los nacionalismos iconoclastas. Por la ventana, asoman, cucos ellos, Rosa Díez y Albert Rivera. Los restos del naufragio contienen, en general, cofres cargados de tesoros ansiados por los piratas.
Rajoy debe cerrar los frentes abiertos por su impericia. El primero de ellos, la comunicación con los ciudadanos. Resuelto éste y de la mano de los medios, a por la crisis política reflejada en el final de la soluble España y a por la crisis económica concentrada en millones de parados.
He ahí la prelación. En la era de las tecnologías, no caben otros caminos.
Un saludo.
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