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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PESECÉ

 

 Más que aficionados, hooligans. Uno combate el psoecialismo por amor al socialismo. Y desprecia al pesecé por parasitar al partido nacional. Lo malo de los dirigentes de ambos partidos es que han bebido la hiel de las dictaduras de izquierda y, por más que se empurran la miel de las ideologías de derecha, sufren la temible enfermedad de la halitosis política. Y terminan y empiezan por ser descubiertos en su doble juego.

 

Hoy más monárquicos que Anson, ayer republicanos prietistas de oídas y mañana largocaballeros con tacha. Así son. Alfonso Guerra declara que Pere Navarro no le representa pero los dos brindan por su destino de seguir chupando del bote. Que hay que ser españolistas, se es. Que nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, líderes. Que andalucistas de salón, herederos de Blas Infante. Que federalistas, la tira. Si hay que predicar el neocentralismo, agazapados tras la expresión. Si del Madrid, del Bernabeu de toda la vida. Si culés, lo más de lo más. Pican todos los naipes y trucan las barajas del juego.

 

El PSC estigmatiza el españolismo con la misma fuerza que exalta el juego nacionalista más rancio y tosco. Ofician misa y repican campanas con idéntica impavidez que se descamisan y aposentan sus reales posaderas en los palcos más lujosos. Saben que, ahora, la táctica es reventar. Sobre todo, la idea de España. Chupar de la teta del partido de España es un alimento barato y provechoso. Mientras la leche brote de la nación, los mamones hacen sus pinitos nacionalistas y votan a favor del derecho a decidir el independentismo.

 

Rubalcaba tiene la oportunidad de poner una cifra en su haber gobernante. La de mantener la unidad constitucional de España. Si para ello tiene que romper lazos envenenados con los tiranuelos del Pesecé, hágalo. No dejan de ser unos cuantos mindundis que, roto el cordón umbilical, se ahogarán en la bilis que su propio hígado segrega por la boca. A continuación, la refundación del PSOE de Cataluña, a imagen y semejanza del de Extremadura o de Andalucía. En este caso, las ideologías separatistas se meterán en el cubo de los desperdicios. Si la ubre no da más de sí, los impostores volverán al redil de la nación. A toda velocidad.

 

Vamos, que me hablan de ideología estos mamarrachos y les llamo residuos de sus falsas conciencias.  El Pesecé que siga por el carril pedregoso, que se va a enterar del precio de las gomas y de los amortiguadores. Con todo, del valor del coche ajeno no se van a enterar hasta que no puedan pagar el carburante que lo hace andar. En tanto, el PSOE-C, de Cataluña, circulará por la autopista de la patria grande. Que es España.

 

Un saludo.

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