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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CENADORES

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Es que llega la hora y sus señorías senatoriales no pueden con el hambre. Tengamos en cuenta que los miembros de la Cámara Alta ya tienen una edad, están muy trabajados, el pico y la pala les dobla el espinazo, el combate diario con el tablet y el móvil deja secuelas, el café de la merienda no pone en fuga al cansancio ni al sueño, y claro, llega un momento en que estos prebostes de la política ceden al peso de la peoná.

 

Con estos precedentes cómo se puede censurar a los eximios parlamentarios del Senado de España que, avisada la noche, se levanten sonámbulos y busquen como autómatas la puerta de salida para casa. Es que tienen que descansar. Que no se trata de campesinos deslomados pero contentos por la dura lucha contra la tierra. Ni de mineros que se adentran en las entrañas de la roca con la alegría del espeleólogo aficionado. Por supuesto que ni marineros mercantes que pasan meses en alta mar a bordo de yates pesqueros cual Onassis redivivos. Ni maestros de escuelas que se lo pasan pipa en colegios lumpen de barrios residenciales estilo Torreblanca. Los senadores son gente de bien que lo pasa mal con tanto calentamiento de sillón y cuanto toqueteo de teclas. Es que no tenemos compasión por ellos.

 

Sería injusto e inhumano que el pueblo reprobase o que la cúpula de su partido reprendiese a los senadores psoecialistas que, en medio de una votación contra un proyecto de ley del Pp se ausentaron, exhaustos, de la Cámara. Un poco de por favor. Da igual que la propuesta a votar partiera de su propio partido y que el tema fuera tan nimio como decidir qué medidas tributarias se dirigirán a consolidar las finanzas públicas. Pero si en España la economía es una joya.

 

Da igual todo lo que no sea rodear de algodones a nuestra inimitable casta política. Cómo no estarían desmayados los próceres fugitivos que se fueron para casita por más que de haberse quedado hubieran fastidiado los intereses de la derecha. Si es que están al límite de sus fuerzas. El presidente de la Cámara, don Pío, se mantuvo en su sitio y el grupo popular tumbó la propuesta del Psoe. La gente de la calle está muy cabreada. Eso no vale. García Escudero debió haber interrumpido la sesión, ordenar masajes preceptivos a los compañeros, y compañeras, ofrecerles una cena reparadora, un par de horas de sueño inducido y, luego, haber reanudado la sesión. Como se hace en los hospitales con el personal sanitario, en las comisarías con los agentes policiales, en los juzgados con los funcionarios enterrados en legajos, y en todas las empresas donde miman a sus empleados.

 

Es que la tenemos tomada con el Psoe. El pobre Rubalcaba se levanta por la derecha y se acuesta decúbito supino. Le llueven palos por todas partes. Para eso se ha esforzado tanto este lumbreras de Ferraz. Los desafectos se le multiplican y los propios le abandonan por el disfrute en jueves del fin de semana caribeño. Pues no que le hacen la rabona al exministro. Serán desagradecidos. Sí, me inquieren, pero la hora de la cena es sagrada. Y después de tres días de gimnasia de trasero, no hay humano que resista este ritmo de salsa. A este paso, bailes agarrados.

 

País de sinvergüenzas.

 

Un saludo.

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