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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CAMPO DE GIBRALTAR

 

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 Si, al cabo de la película, las autonomías pasan a peor vida, amárrense que vienen curvas. Si, al final del trayecto anticonstitucional,  un golpe de estado civil arranca las tripas a nuestra Carta Magna, apriétense los cinturones que el golpe puede ser traumático. Si el aliento secesionista se alimenta con el aire de los enfermos de pusilanimidad malsana, agárrense al salvavidas porque la ola no distingue leyes de ímpetus.

 

Hoy se ha debido jugar el partido del siglo de esta primera vuelta de la liga del presente curso. Barcelona recibe a Madrid. Cataluña aguarda a Castilla. Independentistas cuentan las horas para que estalle la bronca. El antifútbol prepara sus misiles contra el fútbol. El deporte abandona su aspecto mercantil y se acoge a las enmiendas políticas más bastardas. Millares de ciudadanos confían en el grito de Munch de las gargantas para difundir su mensaje guerracivilista. El Barça ansía ser más que un club y servir de trinchera al odio contra España. Su anhelo puede ser una realidad.

 

En esta estructura procesal, a falta de cordura y de sensatez en las filas catalanistas, sería de agradecer la compostura y el seny de quienes amando a su patria chica, se alinean con las tesis afectivas de su patria grande. España no es Castilla por mucha que sea la influencia histórica de este territorio. Castilla es España y Cataluña es España. La ferocidad de algunos come de la pasividad de otros. Al desafío de los matones, la respuesta moderada de los ciudadanos de bien. Frente a los ataques a la legalidad, el cauce proporcionado de los cuerpos de policía. En defensa de las libertades que disfrutamos, el uso inteligente de las fuerzas de seguridad.

 

Entrar al trapo de la corrida, un  error. Las esteladas son tan españolas como las banderas de Cuenca o de Oviedo. Lucirlas es una muestra de patriotismo español. Dejemos que el estadio se llene de enseñas de papel y de paño. Esos símbolos no matan. Las armas, sí. Olvidemos las respuestas a las provocaciones zafias.

 

No sé quién va a ganar el partido de esta tarde dominical. A mí me gustaría que el Madrid ganase de penalty justo en el último minuto. A uno de mis hijos, que golease el conjunto culé. Ya ven. Cuestión de deseos. Deseos claros. Nada oscuros.

 

Por cierto, que si alguna vez se modifica la Constitución y se rediseña un  Estado federalista, si la Huelva chiquita que me vio nacer no puede alcanzar la categoría de cantón, como poco, que el Campo de Gibraltar se convierta en territorio fronterizo. Por lo menos, así comprenderemos que Gibraltar tiene actualidad y que los “llanitos” persiguen la prosperidad económica que no tienen  los linenses.

 

Un saludo.

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