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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE ASIMETRÍAS

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Verso libre. Las emociones vuelan mejor cuando no se someten al dictado de la métrica. Los clásicos del siglo de oro español lo conseguían y, en verdad, de manera genial. No quiero decir que su poesía fuera mejor sino más medida, más ortodoxa, más sujeta a los cánones. El gran Machado nos regaló unos metros inolvidables y qué decir del más grande poeta español del siglo XX, nuestro paisano Juan Ramón, en sus Poemas del Alma. Métrica y sentimientos en dura lucha por sublimar las pasiones.

 

En política, la métrica no está hecha para los que desconocen  las operaciones aritméticas elementales. Como no saben sumar, restar, multiplicar o dividir, suelen acogerse a la historia y recalan en los puertos de la pólvora del gran capitán. Mientras pague el rey pueblo, gaste a manos llenas el golfo extraído de las entrañas de ese pueblo. Es el imperio de la asimetría o lo que es lo mismo, la ley del embudo. No les interesa la simetría ni, por consiguiente, la correspondencia en forma, tamaño y posición de las partes de un todo.

 

El naufragio de España se viene anunciando. Las trompetas del desastre suenan muy cercanas. Los supervisores de la armada siguen sordos. La tormenta se detendrá ella solita. Pero el fragor de los meteoros acrece. Esta vez nos vamos a pique. Ni Constitución ni Estatuto. El rugido del temporal mediático es demasiado fuerte. El Estado de las Autonomías rinde sus últimos servicios. Parte de Cataluña busca en la independencia la válvula de escape de sus canalladas económicas y financieras. La otra parte mira a un lado y a otro y no ve sino austeridad, desempleo y pobreza. Rasputines del odio siembran cóleras que el pueblo hace suyas.

 

El partido del gobierno sólo tiene ojos para el déficit. La economía está hecha unos zorros. Hasta ahí, se admite. Pero la historia es, además, política, sociedad y cultura que incluye una mentalidad. La ósmosis ha de presidir esos compartimentos. No son contenedores estancos. Rajoy parece olvidar este axioma. Rubalcaba, sin embargo, aprovecha cualquier grieta para que la vía de agua sea mayor. De ahí su nauseabunda petición de cambiar la Carta Magna y de poner en valor la vieja aspiración socialista del estado federal asimétrico. Cuanto más se beneficie el partido, mejor. La nación, el estado y el pueblo españoles son coartadas para ocupar el mando.

 

España atraviesa unos momentos especialmente duros. Las golferías de determinados gobernantes autonómicos están en la base del problema. Pues bien: si queremos que el mar se encrespe todavía más y la asfixia bajo las aguas sea inevitable, acudamos al Estado federal español. La ruina de la ruina. Eso sí, los pescadores de las miserias humanas se harán ricos. Los asimétricos federalistas no son sino analfaburros que no saben leer ni escribir y que, aunque algunos sí sepan, ni leen ni escriben. En cuanto a escrúpulos, cero. De ahí que la medida, el canon, la proporción, la aritmética, la solidaridad, sean valores despreciados por los desvergonzados amantes de la asimetría, entendida como la ausencia de igualdad, el desprecio a los méritos y la victoria del salvajismo institucional.

 

Así nos luce el pelo.

 

Un saludo.

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