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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EGRESO

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 Partida. Salida. Marcha. Si hacia adelante y en pos del perfeccionamiento, progreso. Si de vuelta, regreso. Si se entra en algún lugar acotado, ingreso.

 

El club del progreso se anuncia con luces de neón. La sociedad avanza a golpes. La vida se mece entre negruras de tempestad y azules de cielo. Los héroes son los que galopan a caballo de la contracorriente. En la caminata hacia la libertad y la igualdad, muchos mártires dejaron su sangre.

 

Este breve artículo se dedica a ellos. Ellos son los que han dado al pueblo motivos para su humanidad. Entre los norteamericanos que conquistaron el lejano oeste, quienes lucharon por los derechos de los indios. La esclavitud abolida fue el feliz encuentro de unos cuantos blancos con los ideales de la cristiandad y el necesario conflicto con los comerciantes de negros. La página de la historia de la pulsión obrera se noveló en la pluma de Zola, en la filosofía de Marx o en los relatos de sirenas enmudecidas de Van der Meersch.

 

Las minorías compensaron siglos de discriminación en las democracias parlamentarias que elevaron a categoría de especial la educación de los más desfavorecidos por la diosa infortunio. Los homosexuales celebran entre orgullosos y acomplejados su salida del gueto asqueroso de la marginación. Los ancianos son reconocidos. Los niños no son locos bajitos. Los enanos han dejado de ser bufones ridiculizados. Los payasos reclaman su cuota de alegría social. Los invidentes leen y los sordos superan su hipoacusia irreversible.

 

Es el egreso. La salida a una parte en la que los valores mantienen el pulso al peso del dinero. La marcha hacia la igualdad que adjetiva a las libertades. Olvidar los orígenes es una forma de mirar hacia atrás con ira. Mala cosa la ira que toca las trompetas del odio. El mundo necesita memorias de elefante y colmillos de rechazo a los agravios. Así se abraza el progreso.

 

Los hacedores de humanidad han sufrido la condena de los conductores de masas exaltadas y de las multitudes gregarias. Después de centurias de oprobio, las puertas cerradas no han impedido la abertura de pequeñas rendijas de luz y de aire. Mientras los hombres no se conciencien de su calidad de ciudadanos, estaremos siempre egresando. Pero a una velocidad cero que impide el movimiento real. Un más uno nos hace confiar en el avance. Otro más uno añadido al anterior concebirá esperanzas de mejora. Nuestras expectativas de adelanto se ahogan en la idea de la heroicidad de unos pocos locos. Es necesaria la participación de todos para que el progreso sea la realidad soñada.

 

Realidad soñada que se ahorma en el yunque de la sociedad. A partir de ella, la política se colgará las medallas. Si no entendemos que el progreso es un diamante en bruto, las izquierdas mentirosas exhibirán una joya que los anónimos más audaces arrancaron de la tierra. Reflexionemos sobre nuestro papel.

 

Un saludo.

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