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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TO BE OR NOT TO BE: CARME O CARMEN

El ser o no ser de Shakespeare no pierde actualidad. La vida genera la duda. Duda que se puede disipar en muchos casos. Duda que gusta de mantenerse en otros. Duda que interesa abonar cuando conviene. Esa es la cuestión, que escribió el genial escritor inglés. El problema no residía, según Salvador de Madariaga, en si el príncipe Hamlet se debatía entre el ser o el no ser. La cuestión era más profunda. Se trataba de que Hamlet fuera incapaz de ser. He ahí la gran tragedia del personaje.

La señora Chacón fue ministra de Defensa -el qué defendiera me ofrece fundadas sospechas- del bien ido Zapatero. Mujer reivindicadora de su Carme catalán, cambia de pronto su vieja aspiración nacionalista y ahora se deja llamar Carmen, nombre español donde los haya. La duda de esta señora es si llamarse Carme dentro de su esfera de privacidad o si adoptar el Carmen en su ámbito público. El señor Joan Rosell, presidente de la patronal, fulminó el catalanismo para pasarse al castellanismo a partir de su ascenso a la cúspide empresarial. Acaso los escrúpulos de Rosell se enfundan en pieles de distinta categoría que los de la señora Chacón.

Carme es catalanista. Carmen es españolista. A ver con qué comodín jugamos el póker marcado. Nos creemos la realidad nacional con que, anteayer mismo, definía a Cataluña o podemos pensar que aquella definición era un simple proyecto dialéctico. Sin embargo, cómo explicar que el “noi” de Dos hemanas y la “noia” de Felipe considerasen a Cataluña como nación sin Estado. La señora Chacón se ha revelado más territorialista que Carod y Mas juntos. Al menos no se dejaba adelantar un milímetro en su carrera hacia el separatismo de aquella autonomía.

Pasaba. De la cuestión social, pasaba. Del problema económico, se escabullía. De todo lo que le alejase de su discurso nacionalista de pega, huía. De su amor declarado a España, desertaba. La Carme de Cataluña anulaba la fuerza marinera y castiza de la Carmen de España. Y de vacilación, nada. Con toda crudeza. Sin titubeos. De nuevo Madariaga: capaz o incapaz de ser. La señora Chacón es almeriense de Olula o de la barcelonesa Esplugas. Es socialista española o catalana del Psc. Al olor de los cirios del congreso psoecialista de febrero, tal parece que Carme/Carmen abdica del patronímico regional y abraza el santoral castellano. Carmen de España, de Bizet o de Merimée.

Es posible que doña Chacón quiera jugar a lo oculto como don Próspero. Si esconde, diga qué. Si camufla, explique por qué. Si encubre, exprese a quién. Si envuelve, descubra el pastel. Si encierra, abra las rejas y que se respire libertad. La libertad de saber la verdad. La verdad que se niega a los españoles. La verdad que, pobre de mí, reclama el embustero Rubalcaba al aseverar, ahora, que el Psoe necesita decir lo mismo en toda España. Otro que tal. Cambia de chaqueta con la velocidad con que ataca la cobra. El mensaje no tiene otra finalidad que la de desgastar a la amiga Chacón.

En esta tesitura, la señora exministra deberá calcular el alcance de su posicionamiento. Si comienza a llamarse Carmen de España, en cuyo caso la creerán unos cuantos adeptos o si prosigue con su Carme de Cataluya, de modo que sus compañeros de aquella Autonomía no se sientan afrentados por la actitud de la prófuga.

En cualquier caso, la señora Chacón habrá de responder. Si triunfa en los medios del Psoe, tendremos Carmen para un tiempo. De salir trasquilada, Carme, Carme y más Carme. Tiempo al tiempo.

Un saludo.

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