DEBATE SOBRE EL EMBARAZO DE LA NACIÓN
Se veía venir. Ayer, martes, el presidente Zapatero anunció el embarazo de la nación. No debatió acerca de las circunstancias que han rodeado la preñez. Se limitó a decir, orejeras altas, que la gestación se ha producido y que, por mucho que se le presione, no está dispuesto a abortar. Qué es eso de abortar. Él es un antiabortista convencido. Contrariamente a Bibiana y otras malas mujeres de su partido, el marido de Sonsoles siempre defendió el derecho a la vida.
Oiga, que el estado de gravidez de la nación es el resultado de una violación reconocida por parte de los independentistas de Bildu, Sortu, Batasuna y un sector afín a Eguiguren. Que no.
Pero hombre, que la madre ha recibido una agresión en toda regla y no puede hacerse cargo de un nasciturus malforme y fruto de la desafección. He dicho no.
Que la madre ha sido violentada por los guardianes de la legalidad. La vida es de Dios.
Que la madre ha sido desposeída de su patrimonio y de su dignidad. La virgen María parió en un pesebre.
Que la madre ha sido deshonrada por los amigos del Gobierno. El pueblo José soporta todo.
Que la madre carece de condiciones psicosomáticas para afrontar nueve meses de continuadas carencias alimentarias y médicas. Dios proveerá.
Que la gravidez de la madre es la consecuencia inexorable de un desfloramiento insano que ha mancillado la dignidad inherente a toda mujer. Debemos perdonar.
Aborto como necesidad. La muerte nunca es aceptable.
Interrupción del embarazo por vía de urgencia. No cabe.
El parto será en marzo del año que viene. Griten y reclamen, pero no hay vuelta atrás. El embarazo de la patria tiene muchos aspectos favorables. El más importante es la amorosa abnegación del abuelete Rubalcaba. Fíjense cómo defiende a los padres de la criatura, que no duda en transmitirles mensajes entre las patas de palomas y faisanes. Comprueben su entrega desinteresada a la causa a partir de su compromiso con los tedax del 11M. Asómbrense de su capacidad dialéctica en la medida que manda a Guerristán a muchos de los hijos mayores para que no se apunten al paro y mueran con honores en territorio talibán. Lo que tenga que ser, será. En su momento.
Rajoy se puede poner en cruz. Llamazares, en jarras. Erkoreka, con la mano como un cazo. Durán y Lleida, ascético. La nación está embarazada. Es verdad que ha sido a traición y a la fuerza, pero qué importa si el alumbramiento aliviará la extensión territorial y modificará la normación jurídica. De corroborarse los beneficios que obtendrán los transgresores, el estupro será el primero pero no el último. La madre, mientras tanto, capitidisminuida, desangelada, anémica y olvidada por sus hijos, irá languideciendo hasta la muerte. Será el triunfo de la vida de los niños. Las mujer nación sacrificará su existencia para que sobrevivan otros. No serán, sin embargo, hijos humanos. Tendrán apariencia de lagartos. Pero qué belleza la de estos saurios. Qué hermosura.
España se muere. Los reptiles salen de su vientre moribundo. Zapatero oficia la ceremonia del entierro sacro. Miles de españoles lacrimógenos acompañarán el cortejo fúnebre. Llorarán porque no supieron amparar a la madre. Sus sollozos y gemidos serán motivo de gozo entre las familias de los golfos que la violentaron. Entonces, ya no cabrá debate sobre el estado de la nación. Por la sencilla razón de que el estado no genera esperanza. Buena esperanza. Desesperación, toda.
Zapatero, antiabortista. Zapatero, todo un sinvergüenza de la política más indeseable. A tal presidente, tal embarazo. Así está la nación. Sin debate.
Un saludo.
0 comentarios