APOLOGETA DEL TERRORISMO
Mal. Muy mal deben andar las cosas “chez Felipe”. Para decir lo que ha contado a Millás, algo muy oscuro se ha de mover en el fondo del alma del que fuera presidente del Gobierno español. O se siente tan “God”, como le llamó Benegas, o sufre una desviación neurónica que le impele a confesar lo que nunca admitió, o le duele la conciencia por no haber acompañado a la cárcel, al interior de la cárcel, a sus amigos Vera y Barrionuevo. O quién sabe qué está pasando por la cabeza de este hombre que, un día, aseguró que se puede morir de éxito en el poder.
Algo huele a podrido. Uno hablaba de catarsis en reciente artículo de este blog. Y explicitaba: “La catarsis, como efecto de una tragedia capaz de suscitar horror, temor o, al menos, compasión, y la catarsis como eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o que desequilibran el sistema nervioso”. Catarsis. En Felipe, más que de catarsis hay que hablar de paroxismo. No entra en lógica humana la autoconfesión sobre el GAL.
El Código Penal castiga el enaltecimiento de acciones terroristas. Acaso Felipe pudiera haber incurrido en ese delito o moverse en la periferia del mismo. Sería deseable que el Fiscal General del Estado abriera una investigación al respecto de las declaraciones del gran pope del psoecialismo patrio. El antiguo dirigente de IU, Antonio Romero, así lo reclama. Que se mida su acción, y su palabra, con la misma vara con que se procesó a algunos dirigentes de Batasuna y de Eta. Estoy de acuerdo.
Acaso por deformación profesional, tanto como abogado como historiador, sitúo en la cabecera de la investigación el signo “cui prodest”. Qué pretende Felipe, descartadas motivaciones paranoicas aparentes, con ese mensaje. A quién quiere beneficiar o a quiénes manda un recadito el sevillano de la foto de la tortilla. Es Felipe de los que tienen en la boca aquello tan manido de que no se puede hacer tortilla sin romper huevos. Resta por saber qué tipos de huevos ha despachurrado. O qué intereses contrarios está pretendiendo hacer jirones. Está Rubalcaba entre los nominados o es Zapatero el objeto de las iras incontenidas del gran burgués que González nunca reconoció ser por más que así se manifestaba, a divinis, desde que pisó las aulas de Derecho de la Universidad de Sevilla.
Algo se cuece en el Psoe y el caldo está experimentando súbitas subidas de calor a medida que el ascua electoral se aproxima a la fecha indicada. González era el chef, recuerden, al que Guerra hacía servir los platos elaborados. Guerra era el Bulli. González, el actor que seguía el guion (lo escribiré como ya preconiza la Real Academia, sin tilde) del “mienmano” Juan. A Pajín la han catapultado a Sanidad para dejar el quirófano de Ferraz al cirujano Iglesias. Leire, a vender pastillas de goma. Marcelino, a cabecear a la red los centros de la derecha que le manda el Pereda de Moncloa.
Zapatero, mientras, calla. Como un muerto. Viviente. Los zombies son como las meigas. Existir no existen, pero las hay. La meiga está a buen recaudo, allí donde el daño es menor. El zombi sigue ahí. Si fuera un vampiro, una buena estaca en el pecho haría un gran favor a la humanidad. Como se trata de un pésimo político y de un caracterizado antipatriota, el remedio es más pedestre y más demócrata: basta una urna llena de votos de castigo. Al Psoe en general y a los psoecialistos como Zapatero en particular. Santa compaña. Santa Dura Faz.
Un saludo.
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