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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TUNELADORA

Uno de los mayores logros negativos de este Gobierno ha sido el de elevar la crispación a rango de cotidianeidad. Eso sí, con alevosía y ocultamiento en el ataque criminal. Guante de seda en mano armada. Media de terciopelo en pie de navaja. Sonrisa abierta en lengua amenazadora. Talante democrático en actitud nazi. Costillas rotas. Boca ensangrentada. Vísceras perforadas. La palabra es sepultada. La asesina mano pende como incansable espada de Damocles. La violencia halla su arraigo en tierra regada por los de la memoria histórica. Despierten odios y acallen concordias. La Transición fértil ha fenecido. Comienza la escalada a la Tercera República. La culpa, de la derecha, chillan los vampiros psoecialistas ávidos de sangre nueva.

 

 Mientras el paro atemoriza, la deuda del Estado se encarama a la copa del álamo. El problema de los españoles es que, una vez en lo más arriba de este árbol de largas raíces, nos da vértigo la altura y nos aferramos a sus débiles ramas. Sólo cuando caemos, el golpe nos hace madurar y escapamos de la prisión de ignorancia que nos encierra. Aprendizaje por ensayo y error. Precio demasiado alto.


España no tiene un euro. Debe hasta el saludo. Como dentro no hay, se busca fuera. Deuda. Venga deuda. La deuda de la banca, una inmensidad. Pero la banca supera el test. Qué test. Da lo mismo. -Oiga, que las deudas hay que pagarlas. Que nos van a exigir el último céntimo. Para eso están los impuestos, los recortes y las congelaciones.

 

Que Marruecos y España somos hermanos. Que Perejil es un peñón reconquistado por Aznar. Que Ceuta y Melilla están en peligro. Paz. Por favor. Pero no la de los cementerios. Quien calla, otorga. Al final, cornudos y apaleados. Encima, contentos. La policía de fronteras acabará siendo responsable de maltratos. Vaya policía, chillan los marroquíes. Su falta de diligencia es recriminable. Un delito. Menos mal que este Gobierno es de izquierdas. Si no, en vez de empapelar a unos cuantos funcionarios, los pasaban directamente por el gulag. La culpa es de todos. De todos, menos de este Gobierno de la ceja. Aído calla. Las mujeres policías no tienen derecho a la defensa de la ministra del aborto.



El presente es una tuneladora. Si quieren explicar el totalitarismo soviético, no hallarán mejor ejemplo de leninismo ideológico (la mentira y la negación constituían su consigna) ni de estalinismo ejecutor. La represión se torna cada día más cruel. Todo se controla. Todo se vigila. Todo se censura. Todo se monopoliza. Todo pasa por el tamiz del Partido (casi) único. Todo se persigue. Todo se aliena. Todo se deporta. A todos nos culpan. Por todo somos acusados. Nos inyectan sentimientos de responsabilidad por lo que no hemos hecho y de remordimiento por ofensas no realizadas.


Pero es lo mismo. El sentimiento se inocula. Sea imaginario o real, nos hacen sentir culpables y réprobos. Hemos de callar. La propaganda más sutil martillea nuestras sienes y la voz de la conciencia del Leviatán suena en el interior de cada uno como si fuera propia. La luz se enciende para calmar el miedo del niño. Sed dóciles. Papá Estado vela por vosotros. Criaturas. Silencio. Duerman tranquilos.

La culpa, de la policía. La culpa, de la derechona cavernaria. La culpa. La tuneladora. A Marruecos le basta abrir un tunelito bajo la tierra que reclaman. O bajo el Mediterráneo que les envuelve.


Es la ruina. Económica y moral. La económica que provoca la debilidad técnica de una Administración pésima y la moral que resulta de la falta de fe de/en los administradores. Ambas comportan caida, decadencia o perdición. La mentira puede causar la ruina de un gobierno, del mismo modo que la ruina de un gobierno es la causa de males generales. En este punto, cuando el mal se generaliza, la ruina preludia la devastación y, a su vez, ésta anuncia una destrucción más extendida.



La tuneladora sigue su camino. Impertérrita.



Un saludo.

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