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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ALIANZA DE BLANQUEADORES: EL ZAPATERAZO


 Un servidor es demócrata desde 1978, cuando el pueblo aprobó la Constitución. Antes, me sentía demócrata, pero serlo era imposible. En una dictadura no se puede ser demócrata. Sentirlo ya era cosa grave. Si expresabas tu sentimiento, estabas perdido. Nadie te quería. -Rojo, comunista, te insultaban. La gente huía de ti como un apestado. Vestías pana y, quasi barbilampiño, dejabas crecer la barba y la cabellera. Te distinguías en el fondo y remarcabas la forma. Tiempos de Franco. Años de dictadura. Décadas de necesidades. Vida sin libertad.

 El “ordeno y mando” no era expresión exclusiva del dictador que murió en la cama. Que va. El ordeno y mando era el latiguillo del padre, del maestro, del jefe de centuria, del comisario, del gobernador. Ordeno y mando. Cuanto menor el rango público, más represor el dictado del ordeno y mando. La dictadura es un mar de aguas sucias. La ciudadanía que surca a nado esas aguas, no puede sino tragarla de una vez o beberla a buches. De una manera u otra, nos bautizamos civilmente y matrimoniamos en lo político en ese oscuro piélago. No cabía la posibilidad de atravesarlo en barco. En la dictadura no navega buque republicano o monárquico alguno. Sólo las galeras tienen licencia.

 La Constitución logró el milagro de que los demócratas de sentimiento alcánzaramos la gloria de gritar a los cuatro vientos la bienvenida al ser. Gran trecho ese del sentir al ser. Al ser demócrata. Del platonismo democrático a la consumación democrática. De ese armario salieron, en rebaños informes, otros que se proclamaron demócratas cuando ayer bebían del licor de la dictadura. Los neoconversos dejaron la gomina de los viejos tiempos para vestir a la usanza de los combatientes de la izquierda antifascista. Los marranos que se cambiaron de chaqueta en milésimas de segundo, buscaron con igual prontitud el poder. El poder es el mismo con Franco que sin él. El poder carece de ideología y de escrúpulos. Por el poder, se miente, se acosa, se ofende y se mata.

 Los delitos de la dictadura se siguieron cometiendo. Eso sí, con sutileza, con talante, con disimulo, con taimada astucia. De pronto, afloraron los Zapatero, los Blanco, los Bermejo, los Bono, que en España fueron, y son, apostataron del origen franquista de sus padres y parientes, y abrazaron la democracia como el que se aferra al tesoro que les facilitará su vida. De esta manera, ocultaban en la forma la dictadura que bebieron a granel. O eso creían, que no se les notaban las reminiscencias de antaño. Se equivocaron. Se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

 Ejemplos de este cinismo impenitente, los que quieran. Les citaré dos como más ilustrativos. El primero, RUMASA. La gracia costó a los españoles un ojo de la cara y el otro está a punto de perderse. El dictador que promulgó el decretazo anti Ruiz Mateos fue don Felipe González. El segundo, ocupa titulares de prensa en estos días. El decretazo anti controladores aéreos. El dictador que se lo sacó de salva sea la parte, el señor Zapatero. Lo que pueda costar a España esta acción va a ser un pico. Un pedazo de pico. Si no, al tiempo. Es el pico, y la pala que, como resultado de la acción de regreso, este articulista entregaría al señor Blanco y a la señora De la Vega, para que penaran, en amor y compaña, el pecado de lesa arbitrariedad que acaban de cometer.

 Decretazo que te crió. Después vendrán el pensionazo, el congelazo salarial, el bombazo etarra, el golazo a los impuestos y el subsidiazo. A los que no obedezcan, el paredón. Salieron del armario vestidos de bailarinas democráticas. Sin embargo, bajo los tutús se les veía el armatoste de pegar, la porra de sacudir, la barra de torturar. No se puede engañar a tanta gente tanto tiempo. Les supura la mala leche.

 Un saludo.

 

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