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Francisco Velasco. Abogado e historiador

REFORMA GUBERNAMENTAL


 Donde dije digo, digo diego y donde digo diego digo lo que me da la gana. Con talante, eso sí. Las mentiras, con talante. El café, con leche. "Saquivocao", hombre. "Erquetieneboca sequivoca". Que no hay crisis, pues bueno. Que no hay paro, pues pueno. Que no hay guerra, pues bueno. Que no hay reformas laborales, pues bueno. Que no hay corrupción, pues bueno. Porque Zapatero es bueno. Sólo que el pobre se equivoca. Pero es que no da ni una, jopé. Ya, pero ¿y la carita de bueno que pone? Se parece al Felipe maître del chef Guerra. Guerra, el malo. Felipe, el santo. De la Vega, brujilla. ZP, santito santón.

 Seamos serios. Este país que se llama España tiene el Gobierno, y el presidente, que se merece. Es la grandeza de la democracia. El pueblo elige libremente a sus representantes y, acierte o no, la esencia de la democracia no es otra. Habla pueblo, habla. Ahora bien: ojo al dato, que diría el popular José María García. La palabra del pueblo no se agota en la urna. La urna es el hito que corona un proceso. El proceso se encarna en la libertad de expresión. Si nos falta este derecho fundamental, la demagogia suplantaría a la democracia. Esto es lo que nos está pasando en España. La propaganda gubernamental ha adquirido tal difusión y ha obtenido tanto relieve, que se nos vende como nuevo lo que, además de viejo, ajado está.

 En el uso de este derecho que recoge nuestra Constitución, los españoles manifestamos nuestro parecer sobre la gestión política de aquéllos a quienes encomendamos el Gobierno de la nación. En este orden de cosas, si la Oposición no desarrolla su función de control con la contundencia debida, habrá que recordarle sus carencias. Si el Gobierno busca los votos nacionalistas a un coste inadmisible, habrá que demandarlo. Si el Presidente se muestra incapaz de asir las riendas del equino, habrá que reprochárselo. Si no admite su ignorancia, habrá que denunciarlo. Si, pese a todo, el Partido que triunfó en la jornada electoral, lo mantiene, habrá que castigarlo como las leyes explicitan.

 Lo que no puede ser es que la economía nos ahogue, que el desempleo nos asfixie, que los nacionalismos nos chuleen, que los piratas nos extorsionen, que los etarras nos burlen, que los sindicalistas nos gorroneen, que los empresarios nos aplasten, que la Administración nos esclavice, que las leyes nos sancionen, que las multas nos esquilmen, que las viviendas disparatadas nos quiten la vida, que la educación nos adoctrine o que la sanidad nos enferme. No puede ser.

 Y como no puede ser, o este Gobierno aprende su oficio, o habrá que mandarlo a la escuela. A la escuela elemental. Son tan generalistas los ministros, que rechazan la especialidad porque desvela su incompetencia. Son tan poco especialistas que les da igual que la cátedra de Derecho Civil de nuestras universidades recaiga en un bedel con estudios primarios. Lo importante es que milite en el Partido. O que Fomento, en vez de dirigirlo un ingeniero, lo haga quien quiera el Presidente. O reformamos el Gobierno o la ruina económica, intelectual y moral nos sumirá a todos. A todos. Luego, las quejas al maestro armero. Desde luego, al maestro Zapatero, no.

 Llegará el día en que ZP dirá: os lo dije, ya no ha crecido el paro. En efecto, Zp, ese día todos habremos perdido ya el trabajo.

 Un saludo.

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