ALAKRANA
El alacrán es depredador. El Alakrana, no. Todo lo contrario. Sus tripulantes están entre las pinzas de escorpiones, mitad piratas mitad corsarios.
La detención de dos de los delincuentes somalíes y su entrega a la Audiencia Nacional es otro asunto. Uno tiene la impresión de que su encarcelamiento ha podido manejarse como moneda de cambio. De ser así, el estratega se ha lucido. De una negociación por dinero se ha pasado a un intercambio de prisioneros.
En la red, seres humanos desvalidos. Más de un mes llevan sufriendo privación ilícita de libertad. Alguien pretende alegar que la bandera del barco no era la española para justificar la incalificable ineptitud del Gobierno de Zapatero. Majaderías. El barco nos importa un bledo. Los marineros son españoles y a todos nos afecta. A todos. Sin excepción. De la misma forma que en todos repercute la habilidad negociadora y la capacidad decisoria de nuestros gobernantes. Los paganos son, hoy, los marinos presos. Ayer, las víctimas de ETA. Mañana, a saber.
La extradición es la fórmula procesal a seguir. El problema, uno de ellos, es que España tiene jurisdicción y competencia para juzgarlos. El problema, otro de ellos, es que no existe Convenio con Somalia para extraditar a estos piratas. El problema, un tercero, es que la justicia española se ponga una venda, un vendaje momificado, y ceda la jurisdicción a Kenia y/o retire los cargos contra estos "hombres buenos" que sólo hacían turismo en alta mar. El problema, y van cuatro, es que se pueda alegar error de identificación y se revoque la orden de detención, aunque se ponga en evidencia a los marines captores. El problema, no hay quinto malo, es que en España falta un director de juego, tres defensas y unos cuantos delanteros; esta falta de equipo halla su plenitud en la ineptitud del entrenador y del seleccionador, preocupado por dar una imagen demagógica de paz y amor en este mundo de guerra y odio. El problema, y no llegaré al decálogo, es que España se ha convertido en un Estado títere en el concierto internacional y nuestro prestigio está más "chupao" que la pipa de un indio.
Uno se acuerda de Miguel Ángel Blanco. Recuerda este articulista las extorsiones que el estado español ha sufrido de los desvergonzados etarras. Viene a la memoria el sufrimiento de tantas y tantas familias. Sin embargo, este recuerdo no me impulsa a obrar con la firmeza del pasado. Muchas familias y muchos ciudadanos no entenderían un acto de esta índole. Se corre el riesgo de que, cedida la mayor, los actos de piratería se multipliquen. Habrá que correrlo. Por las buenas, buenas, hay que liberar a nuestros compatriotas. Ya llegará el momento de prevenir. De prever. De prospeccionar. De presentir.
Claro, que eso queda muy ancho para este gobierno de pepis. Pagaremos, liberaremos y, además, pondremos un pedestal a los piratas, por lo buenos que son y la humanidad que despliegan. La misma que ha caracterizado a los secuestradores de Ortega Lara. Hombres de paz. ¿Cuánto falta para las elecciones generales? Un mundo. O dos. El tiempo interminable.
Un saludo.
La detención de dos de los delincuentes somalíes y su entrega a la Audiencia Nacional es otro asunto. Uno tiene la impresión de que su encarcelamiento ha podido manejarse como moneda de cambio. De ser así, el estratega se ha lucido. De una negociación por dinero se ha pasado a un intercambio de prisioneros.
En la red, seres humanos desvalidos. Más de un mes llevan sufriendo privación ilícita de libertad. Alguien pretende alegar que la bandera del barco no era la española para justificar la incalificable ineptitud del Gobierno de Zapatero. Majaderías. El barco nos importa un bledo. Los marineros son españoles y a todos nos afecta. A todos. Sin excepción. De la misma forma que en todos repercute la habilidad negociadora y la capacidad decisoria de nuestros gobernantes. Los paganos son, hoy, los marinos presos. Ayer, las víctimas de ETA. Mañana, a saber.
La extradición es la fórmula procesal a seguir. El problema, uno de ellos, es que España tiene jurisdicción y competencia para juzgarlos. El problema, otro de ellos, es que no existe Convenio con Somalia para extraditar a estos piratas. El problema, un tercero, es que la justicia española se ponga una venda, un vendaje momificado, y ceda la jurisdicción a Kenia y/o retire los cargos contra estos "hombres buenos" que sólo hacían turismo en alta mar. El problema, y van cuatro, es que se pueda alegar error de identificación y se revoque la orden de detención, aunque se ponga en evidencia a los marines captores. El problema, no hay quinto malo, es que en España falta un director de juego, tres defensas y unos cuantos delanteros; esta falta de equipo halla su plenitud en la ineptitud del entrenador y del seleccionador, preocupado por dar una imagen demagógica de paz y amor en este mundo de guerra y odio. El problema, y no llegaré al decálogo, es que España se ha convertido en un Estado títere en el concierto internacional y nuestro prestigio está más "chupao" que la pipa de un indio.
Uno se acuerda de Miguel Ángel Blanco. Recuerda este articulista las extorsiones que el estado español ha sufrido de los desvergonzados etarras. Viene a la memoria el sufrimiento de tantas y tantas familias. Sin embargo, este recuerdo no me impulsa a obrar con la firmeza del pasado. Muchas familias y muchos ciudadanos no entenderían un acto de esta índole. Se corre el riesgo de que, cedida la mayor, los actos de piratería se multipliquen. Habrá que correrlo. Por las buenas, buenas, hay que liberar a nuestros compatriotas. Ya llegará el momento de prevenir. De prever. De prospeccionar. De presentir.
Claro, que eso queda muy ancho para este gobierno de pepis. Pagaremos, liberaremos y, además, pondremos un pedestal a los piratas, por lo buenos que son y la humanidad que despliegan. La misma que ha caracterizado a los secuestradores de Ortega Lara. Hombres de paz. ¿Cuánto falta para las elecciones generales? Un mundo. O dos. El tiempo interminable.
Un saludo.
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