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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA CARA DE EUROPA

 Las interpretaciones serán tantas como varios los resultados electorales. Como siempre, nadie ha perdido y todos triunfaron. Es así. Y si no, sigan leyendo:
 Un antiguo amigo me recordaba hace años un modelo de manipulación informativa. Se trataba de una carrera atlética en la que intervenían, en plena guerra fría, Estados Unidos y la Unión Soviética. Finalizada la competición, los titulares de la prensa deportiva y política de ambos países eran elocuentes. Así, los de la URSS se expresaban de la siguiente manera: "el atleta soviético, primero; el norteamericano, último". En tanto, la prensa estadounidense anunciaba: "el corredor de USA, segundo: el de la Unión Soviética, penúltimo". Ustedes se preguntarán: pero bueno, ¿quién dice la verdad?, ¿quién ganó la carrera? La respuesta sólo puede ser una: la carrera la ganó el atleta soviético, siendo segundo el norteamericano. Entonces, los medios de comunicación de ambos países mienten, -me dirán-, ya que una afirma que el estadounidense fue último (y es verdad) y la otra asegura que el soviético quedó en penúltima posición (lo cual también es cierto). La clave radica en que sólo compitieron esos dos atletas. Ganó el soviético y por eso el americano fue segundo y último. Dicho de otra forma: el americano fue segundo y último, pero el soviético, penúltimo y primero.
 Si transferimos la anécdota a la confrontación electoral cara al Parlamento Europeo, no hay duda de que si sólo hubieran competido PSOE y PP, éste habría logrado la victoria en tanto los del PSOE hubiesen sido últimos. ¿O no? Sin embargo, no son sino ejercicios de camuflaje lingüístico que tratan de endulzar el bochorno que siempre acarrean las derrotas, sea de la clase que quieran.
 Si proyectamos estos resultados a Huelva capital, las cifras son también exactas, puesto que la aritmética es tozuda en su precisión: ha triunfado el PSOE. Del mismo modo, se ha operado en la provincia de Huelva. Nada mejor que reconocer las cosas como son para advertir los errores y adoptar las medidas de rectificación necesarias. En caso contrario, los diagnósticos errarán y los políticos se aferrarán a su carguito para adocenarse aún más y para pervertir la salud, bastante resentida ya, de nuestra democracia.
 Los resultados de las elecciones, de éstas y de cualesquiera otras, no justifican los malos gobiernos ni las corrupciones ni el empozoñamiento de la Administración Pública. Quienes aseveran que el pueblo ha hablado para diluir en los votos las responsabilidades de unos cuantos desahogados infames, son tan cobardes como injustos, tan pérfidos como mentirosos, tan demagogos como tiránicos.
 Los cohetes, en la feria. Las mentiras en lugar alguno. La realidad, siempre. Los parados, cuanto antes a sus puestos de trabajo. ¿Qué celebrarán los que ríen por haber quedado segundos o primeros, últimos o penúltimos, cuando nos aproximamos a los cinco millones de desempleados? Un respeto, hombre, un respeto. La crisis nos golpea a todos. Lo que pasa es que algunos políticos viven muy bien, demasiado bien. Para lo que hacen.
 Un saludo.

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