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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PREFERENTES Y PRIORITARIAS

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Robo. Fraude. Estafa. Llámenlo como quieran. Lo de las preferentes es una vergüenza pública de este país llamado España. Los bancos no tienen corazón. Algunos banqueros carecen de alma. Ciertos bancarios ni lo primero ni la segunda. Con tal de conservar el trabajo, venden a su padre. Miles de españoles han sufrido el engaño de las preferentes. Han caído en las redes de organizaciones legales que han actuaron como mafias para arrebatarles sus ahorros. Y sin embargo, ahí están. Libres. Absueltos por unas leyes injustas.

 

Con todo, las preferentes no son prioritarias. La prioridad se expresa en términos de salud. La supresión de centros sanitarios o la reducción de los turnos de noche en ambulatorios de pueblos, constituye un ataque a la línea de flotación de la seguridad física de las personas. Los recortes en este campo de la sanidad no son admisibles. Miles de personas padecen el miedo de la noche. Entre ellas, los ancianos son los más perjudicados.

 

Ya está bien. Hasta aquí hemos llegado. Las comunidades autónomas cierran centros de salud y mantienen embajadas. La sanidad no puede seguir un día más en manos de politicastros infames. El cierre de un establecimiento sanitario es la línea roja que un gobernante no puede traspasar. Los ciudadanos no pueden unir al rosario de inseguridades, la duda sobre la atención sanitaria. Mientras los ejecutivillos de orejas kilométricas y sueldos de cacique disfrutan de privilegios, al pueblo llano se le arrebata sus derechos.

 

La salud es la prioridad. No hay ajuste económico que valga una vida humana. Me da igual que el recortador sea de Andalucía que de Cataluña. Antes de clausurar un ala hospitalaria, eliminen viajes de placer, coches oficiales de lujo, subvenciones inútiles, almuerzos opíparos y demás suntuosidades. Y si no basta, tijeretazo a sus sueldos y a sus dietas.

 

Preferentes, de vergüenza. Prioridad, la salud. Si falta ésta, caerán chuzos de puntas. A las lágrimas iniciales seguirán las manos. Esto no es un juego.

 

Un saludo.

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