EL PMC
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El Partido Manicura Conservador. Emplee los especificativos que le venga en gana. En definitiva, será el Partido de Mario Conde. PMC. Vamos a ver. Nada tengo contra este señor. Reconozco su poderosa labia y constato su extraordinaria inteligencia. Pero de ahí a liderar una organización política. La derecha es manantial de numerosas fuentes de agua la mayoría de las cuales se empantanan incapaces de portar un caudal suficiente para convertirse en ríos. De donde no hay, no se puede sacar a no ser que abrevemos en los charcos.
Don Mario ya se cargó de sinrazones para abandonar la política profesional. Nadie le quita su derecho a difundir sus ideas ni servidor intenta abortar su escaramuza partidista. Lo que pasa es que la historia es un cajón de un mueble antiguo del doblado del que alguna vez rescatamos páginas de nuestro pasado. Mario Conde ya se lució en el caso Banesto y bebió en demasía el licor de los elegidos pero no selectos. Si ha de presentar su candidatura, bien libre es de hacerlo. Cada cual toma el ronzal de su futuro como quiera. Sin embargo, ha de reflexionar si la caballería es un caballo árabe, un mulo viejo o un asno desnortado.
La política vuelve al estrato de sectaria que nunca ha de retomarse. Caminar por ella en carrozas de religión, de ideologías vanas o de grupos económicos interesados, resulta un mal sistema. Aparte de caduco y trasnochado, contraproducente. UpyD no es el referente de PMC. Si acaso, una alternativa condenada a morir en cuestión de un par de legislaturas. Con todo, lo que más me subleva del futuro partido es que lance ideas transversales del tenor de las siguientes: “reformar la Ley Electoral no es de derechas ni de izquierdas”, como tampoco lo es “quitar los privilegios a la clase política, suprimir el Senado o replantear el modelo de Estado y las comunidades”. La ley electoral es una ambición legítima en clave antinacionalista, sí señor. En cuanto a desposeer de sus privilegios a la casta política, se puede entender como un aviso a navegantes de la corrupción. En lo que respecta a replantearse el modelo de Estado o las Comunidades o el Senado, pues nada, una aspiración que vincula a millones de españoles.
Mas se olvida una cosa. Estas reformas exigirían un cambio del texto constitucional. Ahí se halla la madre del cordero. El analista más torpe sabe la dificultad de esa tarea. O la realizan los dos grandes o nombro a las madres de las sirenas que quieren llevarse a Ulises al huerto de las maldades. No se lo cree Mario ni quienes apoyan su desatino. El activo del exbanquero tiene más agujeros que un queso gruyere.
En fin, que cada uno se ahorque a discreción. Desde mi punto de vista, esa operación está condenada al fracaso desde su gestación mental. Los intereses que se exponen en su derredor son tan fatídicos como frágiles sus arquivoltas. El ridículo no es patrimonio de nadie. Eso sí, algunos se enfangan en la enfermedad de confundir el deseo particular con la realidad general. Es una pena. Mario podría ser un buen emprendedor si no padeciera la sordera de su genio.
Un saludo.
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