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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FRENOPATÍA

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FRENOPATIA

 La frenopatía es una enfermedad mental. El freno, un mecanismo para detener el movimiento de las máquinas. La patía, una dolencia. La política andaluza, frenopática. La economía de la región, un obstáculo insuperable. La clase dirigente, una tortura. Con esta madera, la pasta de papel va a salir arrugada. Engurruñada.
Dicen que Dios escribe recto con renglones torcidos. La Junta andaluza no escribe. Garabatea. Su madurez moral no se corresponde con su edad mental. Por si fuera poco, desde hace unos días, los altos/bajos gobernantes del equipo de Griñán se han instalado en la euforia de la continuidad. Han perdido las elecciones pero saben a ciencia cierta y a dudosa conciencia que el as de la victoria se lo sacan de la manga de Valderas. Se acabó la rectitud que podía esperarse sentado y da comienzo el mercadillo de votos y prebendas. Para mí esta presidencia y las consejerías de tal, cual y parné. Para vosotros, todo lo demás. Eso sí, cuando el dolor de riñón apremie, stop y marcha atrás. Los pactos se han de conservar en la medida que el manantial nunca esté seco.
Valderas, el feminista de las “tetas gordas”, señala los tiempos del compás de la gobernanza autonómica. Una vez tenga colocada a la familia, se ocupará de los problemas ajenos. El desempleo, el déficit, el índice de pobreza, el fraude fiscal, el retroceso educativo y sanitario, son problemas heredados, de sus socios de negocio, que tampoco exigen premura para su solución. Además, qué van a arreglar si lo que interesa a esta pandilla es que todo siga igual, o peor, por si acaso se convocan nuevas elecciones y asoma en el horizonte el rayo de la derecha.
Nos vamos a volver locos. Locos de atar. Esto no lo entiende ni Champollion. La piedra de Rosetta era un juego al lado de este jeroglífico. De lo que no cabe duda es de que Andalucía es una barrera en el desarrollo de España. Despeñaperros no puede salvarse desde la meseta porque se han dinamitado los conductos de enlace. El que quiera pasar, ya sabe, a subirse en los jumentos de los EREs y a empujar el pesado carro de la corrupción. Por mucho que Bruselas demande austeridad y presupuestos válidos, el griñanismo se confabula con la valderada para dinamitar los puentes del progreso.
Si la España que nos dejó Zapatero estaba enferma de secesionistas, la Andalucía que nos ha deparado el mapa electoral del 25-M padece el mal de la ruina irreversible. Los comerciantes de la propaganda, de la agitación, del miedo, de los dobermans y de la ideología de cinco tenedores, se reparten el botín. Todo para ellos pero sin el pueblo. Son déspotas no ilustrados pero sin prejuicios.
Qué duda cabe de que con esta armada no se gana puerto alguno. La nave se hunde y ni siquiera es posible rescatar algún día el tesoro que guardaba. Se lo llevaron en barcazas antes de que el naufragio se consumara.
Eso sí, la gente, tan contenta de que la Semana Santa se celebre en su esplendor, que la feria sevillana muestre su fulgor de los mejores días, que la fiesta se extienda por todos los rincones del territorio y que las huelgas ugetistas y comisioneras pinchen de vez en cuando las iniciativas regeneradoras del Gobierno de Rajoy. Total, como hay que morir.
Frenopatía. In crescendo.
Un saludo.

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