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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FRANCO VOLVIÓ A MORIR

 

 Treintaiséis años después, Franco ha vuelto a morir. El veinte de noviembre de mil novecientos setenta y cinco, falleció el gran dictador, parodiando el título de la película del genial Chaplin. El veinte de noviembre de dos mil once, el país abre una nueva puerta en la azarosa historia que ha escrito el presidente menos demócrata -salvo boquillas múltiples- de los que han presidido el Ejecutivo desde la coronación de Juan Carlos Primero. Zapatero se larga. La convocatoria de elecciones es toda una llamada a la cordura después de más de siete años de frenesí descontrolado. ZP se marcha. Al fin, la montaña se movió. El profeta de las alianzas incivilizadas y de los paripés igualitaristas, ha movido la ficha que le faltaba. Ha costado. No obstante, al final, lo inevitable se consumó. Ha sido necesario que el país se rompiera en pedacitos para que el primer ministro de una España hecha polvo, advirtiera -o le obligaran a advertir- que el camino emprendido no lleva a parte distinta del despeñadero.

 

La convocatoria de elecciones generales deja en el aire un interrogante esencial. ¿Seguimos en la senda democrática porque así dictaminan las normas formales o, en cambio, se pronostica un cambio de rumbo en lo que es fundamental para nuestro sistema constitucional, la voluntad formada -y no deformada- del pueblo?

 

No creo, bajo concepto alguno, que el hecho de tirar la toalla sea fruto de una reflexión del líder de la familia Zapatero. Sí sostengo que la decisión ha sido dolorosa para el leonés de Valladolid porque ha cedido ante las presiones internas de un partido que, ni en las aguas cenagosas del Felipe GAL, se tentó tanto las ropas y se palpó los bolsillos ante la debacle que se avecinaba. Siempre tuve dudas acerca de la determinación presidencial de adelantar las elecciones. Su sociopatía política casa con la desmesura de su soberbia. Demasiado peso visceral para equilibrar una necesidad racional. Al cabo, el golpe de estado psoecialista ha mandado a la eme, la política neroniana del hombre de la ceja. K.O. Zapatero ha perdido el combate por K.O. De forma similar a la paliza moral y legal sufrida por Bautista y los titiriteros que encumbraron al jefe de la Moncloa.

 

Franco murió y su obra persiste. Nadie nos devolverá los años de represión que sufrimos quienes padecimos la ausencia de libertades. Nadie podrá justificar, por más que se vuelque en explicar majaderías miles, el miedo al poder, la angustia por la rebeldía, la facultad de defender los derechos individuales. Nadie. No es el nadie del Ulises ante Polifemo. Es el nadie del cíclope ciego de su único ojo. Sin embargo, nadie pudo prever que la transición ejemplar que supimos llevar adelante los españoles de entonces, acabaría en una lesión colectiva. Se transitó a pequeño pasos, andando despacio, intentando no alborotar, procurando que el sueño de los golpistas fuera eterno y, de pronto, desde dentro del pacifismo que nos caracterizó, llega un iluminado, se alza con el poder merced, entre otros motivos, al vil atentado de Atocha y, de entrada, se apresta a descomponer la España que debía consolidar. El angelito hizo esto y peor. Este querubín voló demasiado alto con tan escasitas alas y tan débiles entendederas. Que se estrellara, era previsible. Lo mismo que estrelló a quienes lo votaron y a quienes sufrieron esos votos.

 

Comienza el 20-N una segunda transición. La nación está en peores condiciones que cuando el caudillo militar la dejó. El caudillismo guerracivilista del duce Zapatero ha realizado la proeza impensable de hacer bueno al general golpista del treintaiséis. Todo lo que se construyó con inigualable mimo e impar discreción, se ha ido al garete por obra y gracia, maldita, de este individuo bien nacido y mal vivido que es el todavía presidente de España.

 

Atención. No obstante, ojo, mucho ojo. Tras el rey dimisionario se alza la aleve mano armada del apóstol del Gal y del Faisán. Los comicios pueden deparar sorpresas. Si triunfa Rubalcaba, comiencen a recordar oraciones. Entre Nerón y Calígula, prefiero a ambos antes que a Stalin. No sé si me explico. Entre el genocida soviético y el dictador español, me quedo con éste. 20-N. Ojo, mucho ojo. Que Franco vuelve a morir. Nos viene la mundial.

 

Un saludo.

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