EL NEOTRIPARTITO
El tripartito catalán que mangoneó el cordobés más catalán de conveniencia que pensarse pueda, llevó la ruina a Cataluña y, de paso, llenó de vergüenza al partido psoecialista. Montilla y Zapatero montaron un teatrillo, quasi porno en el ejercicio político, que espanta a los españoles más pacientes y respetuosos. Así las cosas, las elecciones autonómicas en la región noreste de España cosecharon los votos que merecían semejantes sembradores de discordias. Dejar el gobierno de una comunidad tan próspera y libre, tan culta y rica, como la que parió a Dalí, es una temeridad que obliga a un drástico cambio de rumbo político si se quiere que el patrimonio de España en aquel territorio permanezca indemne. Artur Mas, el hombre, tratará de arreglar el destrozo causado por Carod, Saura y compañía de aprovechados, con la cooperación necesaria de ese héroe de la destrucción que todavía okupa, en precario, el palacio de La Moncloa.
Con ser nefanda aquella tropa tricéfala, la fealdad de su imagen puede tener continuidad en una nueva reedición de aquella película de miedo. Una segunda parte que hará buena a la filmación original. La producción del nuevo espectáculo corre a cargo de los presupuestos públicos del Estado, los cuales, a su vez, se financian con el esfuerzo fiscal de los españoles que, aún, disponen de puesto de trabajo. La dirección del peplum descansará en don Alfreddo, el faisán etarrero, la negra araña que describiera Blasco, el físico sin meta, el hombre del Gal. Para actores, se manejan varios. No importan tanto los que se ofrecen como quienes los postulan. Así, del casting saldrán, por narices, un cercano a Urkullu y un próximo a Artur. Tres en uno. Como el spray desatascador. Todo está presto como plan B si falla el plan A de dinamitar las elecciones generales. Las municipales del 22-M encenderán la luz roja de la alarma.
La pérdida de poder será para el Psoe un Gólgota inasumible. Caifás se encarna en Bono, Pilatos será representado por Gallardón y Herodes volverá a ser el rol de Zapatero. Ni uno solo de los nacidos escapará a la espada del asesino. No cabe más rey que el que está. Ni otro reino que el del Psoe. Qué será de la corrupción si los jerifaltes del partido gubernamental pierden su influencia, su dinero y su poder. La negrura de la respuesta se blanquea en la cal viva con que enterraron a Lasa y Zabala. En el mismo ácido corrosivo que elimina restos y anula vestigios acusadores.
Todo está planificado al milímetro. El neo tripartito mantiene su acuerdo de mínimos sin máximos y de máximos sin mínimos. Si fuere preciso, ahí está Caio Lara, con la connivencia de Toxo y Méndez, para apuntalar la arquitectura invadida por la aluminosis. Izquierda Unida se unirá al festín del fraude electoral y al ágape de la estafa a la democracia. En la suplencia, Coalición Canaria aguarda la parte del banquete que mejor gratifique la memez de sus dirigentes.
Si el Partido Popular no obtiene mayoría absoluta, fíjense bien, absoluta, en España es posible hasta el heptapartito. Los antiespañolistas participarán, con las acciones que el recuento de los votos les proporcione, en la destrucción de la Nación y en el aniquilamiento del Estado. A ciencia cierta. Liderados por los psoecialistas más infames, España pasará a ser pasto de los enemigos internos más acérrimos. Fundamentalistas de izquierducha española y de derechona regionalista manejan los hilos del títere constitucional que pretenden exhibir. Ya lo intentó Felipe González tras su una leche de “dulce derrota” de 1996. Aznar fue más listo. Y más contundente.
La historia no se repite. Las actitudes de los políticos, sí porque la reincidencia del delincuente entra en la dialéctica de la ambición más sórdida. El neo tripartito, ampliable hasta la totalidad del espectro parlamentario excluido el PP, ya echó las redes al lago. Sabe que el pueblo español está escaso de fuerzas para oponerse tumultuariamente a tanta mafia. El tsunami de la rebelión se queda, a lo sumo, en manifestaciones domésticas de indignación. Nada que no sea fácilmente reprimible. El Psoe y sus aliados saben que si el partido de Rajoy llega al Gobierno, la destrucción de España se frenará de raíz. Y eso es insoportable para aquellos antipatriotas fascistas que conceptúan a la nación española como discutida y discutible.
El nuevo once de marzo puede que no se cobre víctimas físicas. Lo que sí es seguro es que, de perpetrarse el casting de la película que se cita, la muerta será la democracia. Tan joven y ahí la tienen, violada por quienes se les cae la lengua de decir defenderla. Los cínicos y los hipócritas hallan su caldo de cultivo en el sarcófago de su propia glotis. O el PP obtiene la mayoría absoluta, o los que creemos en una España plural y diversa, nos tragaremos el sapo de una república cantonalista y bananera. A su frente, los golfos del casting y de la dirección.
Un saludo.
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