C.A.A.NSINO
Todo no vale. Sí. Así es. Cómo va a valer todo. El fin no justifica los medios. En la extraordinariamente bella Punta Umbría, el Psoe de Gonzalo Rodríguez Nevado cree que la varita mágica del poder abre puertas y cierra ventanas al socaire del viento que sople. Está convencido de ello. Convencido a pesar de que sabe que su convicción no es producto de la aplicación de la legalidad. Seguro porque su certeza se alberga en la plataforma de creencia de su impunidad.
En Punta Umbría se ha instalado el régimen psoecialista más demagógico. Uno se cuestiona, a estas alturas del siglo, en qué instituciones públicas el socialismo lleva a cabo la esencial función que el concepto implica. Dónde se puede ver un atisbo de ese enorme caudal humanístico que es la idea socialista. Cuál de los dirigentes del Psoe español da ejemplo de austeridad, democracia y ajuste a la legalidad. Los habrá. Mas no los hallo. En Punta Umbría, menos. Ni su fabuloso emplazamiento ni la bondad singular de su paisaje ni la natural bonhomía de su gente bastan para hacer de ese enclave geográfico un mundo de convivencia social y política.
Los ataques reiterados a José Carlos Hernández Cansino forman parte de esta innoble forma de hacer política. Se ha llegado al acoso, a la amenaza, a la difamación e incluso a la agresión. José Carlos está soportando un calvario y un gólgota en el paraíso terreno de la gran playa de Huelva. Tanto por ser del PP como por oponerse constructivamente al Psoe.
El equipo de desgobierno del actual consistorio puntaumbrieño -alguno de cuyos miembros está imputado- lo ha colocado en la diana de sus descalificaciones. Es el enemigo a batir. Su candidatura a la alcaldía no es soportada ni admisible. Nada nuevo bajo el sol de los fascistas de pensamiento único. La libertad de expresión es un concepto indiscutido e indiscutible. En el archipiélago gulag del psoecialismo patrio, los derechos sólo son materializables por los amigos aborregados del tirano. Al resto de la humanidad, ni agua. A José Carlos, vinagre.
La intervención del Consejo Audiovisual de Andalucía (C.A.A.) resulta especialmente reveladora de la dimensión del problema de libertades en Punta Umbría. Un organismo tan manejado por la Junta de Chaves y de Griñán se ha atrevido -qué osadía, madre tía- a instar al operador municipal del Psoe, Onda Punta TV, para que cese la emisión municipal de carácter político. Rodríguez Nevado autorizó, o cuanto menos no se opuso, a que la telepsoe local retransmitiera un mitin del partido de Mario Jiménez, de Rubalcaba y de Zapatero. El CAA insta, ojo. Insta. Pide, ruega, solicita. No apremia ni urge. Simplemente suplica. Resulta probada la infracción al artículo 18.6 de la Ley General de Comunicación Audiovisual y el órgano muscular de la Junta se limita a advertir. A la próxima, te vas a enterar, se pone serio el sesudo organismo. Te voy a meter un multazo de miles de euros, anuncia. Sanción al pueblo. A los regidores psoecialistas, ni una moneda.
No se sabe si ha abierto un expediente informativo a los responsables de los hechos. Lo que sí me malicio, a la vista de la historia administrativa, es que, de haberlo hecho José Carlos, el tsunami de protesta sacudiría los cimientos de toda la localidad hasta ser devorada por las olas fantásticas del Atlántico. A José Carlos, leña. A Nevado, orejas y rabo. La doble vara de medir es que satisface las exigencias del más estricto demagogo.
Al señor Hernández Cansino le aguarda una jungla de obstáculos en su tránsito hacia la posible victoria electoral. Hay que ser un tarzán y un gandhi para superar el slalom imposible. No todo vale. Lo que aporta entidad y credito a cualquier institución democrática es el respeto a la ley y al pueblo soberano. A falta de respeto, sobra la tolerancia y está de más la justicia. Al CAA, que se arrime al toro de la normativa. Al Psoe de Nevado, que no toree las reglas. A Hernández Cansino, ánimo y al toro. La democracia vale esa travesía del desierto goebbelsiano.
Un saludo.
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