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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DESACATERO

Licencia lingüística de este relator. Desacato por Zapatero significa desacatero. Si un fullero es, en términos vulgares, el artista del engaño, el desacatero es la acción del tramposo a fin de saltarse a la torera las resoluciones judiciales.

 

Zapatero está alcanzando cotas de tiranía muy próximas a las de su homónimo venezolano. El zapaterismo, como movimiento que sigue las prédicas más dialécticas de Lenin, recurre al desacato para bochorno de los demócratas. Precisa Zapatero los votos de los psoecialistas catalanes para no soltar el poder. Una burla a la democracia. Peor que burla, mofa. Peor que mofa, escarnio. Ha perdido toda impronta de contención gestual y de oratoria. Desacata porque puede, porque quiere y porque sabe lo que le espera una vez los electores lo apeen de su pedestal de reconocido demagogo. Desacata. El berrinche del PSOE se atenúa conforme comienza a dar patadas en culos ajenos.

 

El Tribunal Constitucional ha declarado parcialmente inconstitucional el Estatuto de Cataluña. Zapatero culpa al PP de la sentencia. Pero, sobre todo, de haber acudido al Alto Tribunal. Es decir, Zapatero estaba dispuesto a aceptar y pretendía apoyar un Estatuto inconstitucional. Del mismo modo que el TC podía demorar la publicación de su sentencia setecientos años más, permitiendo que durante ese tiempo la inconstitucionalidad actúe, a modo y manera, sobre un Estado enmarcado por una Carta Magna. Desacato, en fin, al mandato constitucional y a la exigencia legal. Instituciones que, por activa o por pasiva, se oponen al imperio de las leyes emanadas del pueblo soberano.

 

Con ser preocupante el acto, lo verdaderamente negativo está por llegar. Si el Estado de las Autonomías se adentra en la deriva federalista, allá va Zapatero a remar. Si el federalismo no colma, que ni hablar, las apetencias concupiscentes de los Montilla y Carod, independentismo que te crió. Qué pasa. Se pasan las sentencias de los tribunales por el forro de sus atributos. Está por llegar el desastre. Se desacata lo que sea con tal de que las cloacas del Estado no se desatasquen. Desacato y no desatasco.

 

Zapatero no vive en un mundo de ficción. No crean esa patraña. Tampoco es un optimista permanente. Falso. Zapatero es un Rasputín del siglo XXI que ha raptado a la zarina democracia y pone trampas al zar judicial. Se cree un iluminado. Sin embargo, no es sino un embaucador con mucha suerte. Es el paradigma del que pisotea a los débiles y lisonjea a los que le pueden. Es gótico de alma siniestra enfundado en terno clásico. Se alimenta del miedo supersticioso para imponer su voluntad de demiurgo de totem. No tiene escrúpulos. Se alía, hoy, con la víbora y, mañana, la aplasta para sellar otra alianza con el vampiro.

 

Aplaudo las palabras de Rosa Díez cuando asevera que “es gravísimo ver a los responsables del gobierno alentando a los ciudadanos contra el orden constitucional", y añade que “es un desacato inconcebible en un Estado de Derecho". Inconcebible, sí, en una democracia. Esperable, no obstante, en este personaje que abusa del derecho, lo pervierte y se pone por montera al mismísimo estado constitucional. Está levantando demasiadas fronteras y destruyendo demasiados referentes para no percibir la amenaza de la tiranía.

 

Los españoles nos jugamos algo más que una elecciones cercanas. Rifamos el valor de la democracia, hoy devaluada por una buena palabra y una nefasta acción de este presidente falaz. La desgracia está por llegar. Hasta ahora, sólo encontramos ronchitas, como el desacato. Desacatero.

 

Un saludo.

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