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Francisco Velasco. Abogado e historiador

RESABIOS TIRÁNICOS

En nuestros días, por más que la democracia es feliz sistema de gobierno, la acción política sigue prendida de resabios tiránicos y prendada de regustos pasados. Se entienden los vicios heredados. Sobre todo en la clase gobernante. Se entiende. De la misma forma que se comprende cómo la ciudadanía no ha asumido aún su condición de soberana. El problema es que no termina de creerse eso de la soberanía. Igual que a la mujer no se la engaña con lo de ser la reina de la casa. Se entiende. No se justifica.

La democracia española tiene un poco de los caprinos. Como éstos, ofrece buenos productos. No nos da una leche excelente ni una lana de calidad ni caro cuero. Sin embargo, nos regala unos derechos individuales, unas libertades golosas, unos horizontes de festividad. Cierto es que algunos usos democráticos dejen mucho que desear. Es cuestión de práctica, de mimo, de consciencia de su valor. Hay que conservarla. Hay que protegerla. Hay que presevarla. Es el tesoro que nunca disfrutamos los españoles de edad avanzada.

 

Se dice que la corrupción psoecialista es, hoy por hoy, imparable. Se corrompen los valores y, a partir de ahí, los espíritus. ¿Qué queda de los cien años de honradez que llevaba como estandarte la muchachada de Felipe? Nada. Aquello, como esto, fue puro teatro. Los pícaros tienen difícil regeneración. Los golfos, más complicada todavía. En cuanto a los piratas, sólo llegan a “sires” en Inglaterra. En España, el polo opuesto al quijotismo es el bandolerismo. Algunos, excepcionales, pusieron sus conocimientos al servicio de la patria y del pueblo. Casi todos vieron en la patria y en el pueblo el negocio seguro para blanquear sus fechorías morales y delictivas.

 

Convivir con la delincuencia es tarea imposible. O te recluyes en el caparazón de las cuatro paredes de tu miserable casa, o te integras en la dinámica golfa de la calle. En ambos casos, la cárcel doméstica y la cárcel callejera forman parte de la misma prisión, por más que los barrotes físicos no coincidan. Lo mismo sucede con los usos tiránicos y las prácticas dictatoriales del PSOE. Nadie te pone un florete en la garganta para que abraces su militancia, pero te dejan claro que o estás conmigo o contra mí.

 

Las prédicas de pluralidad quedan en el vacío del púlpito de los medios adictos, todos sobornados en mayor o menor medida bajo la coartada de la publicidad discriminatoria. La lectura de El País, de Público o de El Plural, y de otras cajas de resonancia de carácter provinciano, ponen de manifiesto la relación ideológica y mercantil entre el Partido de Zapatero y los ejecutivos empresariales de las editoras. No hay vuelta atrás. Ni paso adelante. Tampoco es atribuible el mal a cuarenta años de dictadura. Está en los genes de los gobernantes. La maldad se abre camino cuando el alma tiene disposición de abrirlos.

Refiero, como paradigma de lo que se expone el caso Monteseirín. Dinero negro mercasevillano. Vicio manifiesto en Mercasevilla. Imputados a manta. El alcalde se mantiene para frenar deserciones y cantes.
De ahí la caverna, señor Sopena, Enric. Vd. y los que como usted manipulan la información con tanto descaro como ignominia, sólo ven sombras. No tienen el don del conocimiento racional. Si lo poseyeran, no querrían estar en esa caverna tan deprimente. Lo que pasa es que el maldito parné... Democracia perdida en el páramo de la tiranía que alientan los más sinvergüenzas.

 

Terminaré con la reproducción textual de un párrafo que, a su vez, culminaba uno de los artículos de este blog. "¿Y la fiscalía? Rumores, ¿Y los jueces? Parole. ¿Y el Parlamento? Lamento. ¿Y la prensa? Presa. ¿Ninguna es libre? Alguna se la juega. Mercasevilla de Crispín y Leandro. Una más en la frente. Y van... Que no vengan Murillos ni Velázquez a llenar de arte el estercolero. Que no vengan. Basta con el fotógrafo que capta el frontal y el perfil y el tipógrafo que llena de tinta a los que tocan el piano. Arte, de verdad. Artistas, de altura. Crispines y leandros, de Benavente. El resto, a su sitio. ¿La pocilga? Más o menos.

 

Un saludo.



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