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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TERRORISMO LINGÜÍSTICO

 

   
 Decía Nebrija: "Lingua imperium est". Anda que sabía poco el humanista lebrijano del siglo XV. No acuñó la idea, sin embargo, nuestro compatriota. Es tan antigua como la filosofía. Sócrates consideró la mayéutica como la palabra que alumbra la enseñanza. Pero puede alumbrar tanto, que llega a convertir el verbo en azagaya envenenada. Lo saben muy bien algunos contertulios de Tele cinco que dicen aborrecer la violencia física pero incitan a ella con sus desmesurados ataques de cólera oral.

 La política lingüística de la Cataluña actual marcha por ese sendero. Dominar la lengua es el paso previo al logro de su afán independentista. Lo tienen tan claro que a ese objetivo subordinan la ley y a ese fin dedican los medios a su alcance. Que son muchos. La llegada de un cordobés, Montilla, al trono catalanista ha supuesto un impulso en este sentido. Que Puyol tiene seny, él, Montilla, el psoecialista avinagrado, tiene al Gobierno cogido por los perniles. Que Carod le echa una carrera hacia la sima del esperpento, él, Montilla, "esprinta" hacia la meta de las sanciones rotuladoras. Que un honrado comerciante publicita su negocio en castellano, allá va la tijera inquisidora de Montilla, él, el psoecialista, y le toca los bolsillos.

 Es el abuso del derecho institucional llevado a instancias de terrorismo. La cartelera, en catalán. Las inscripciones en catalán. Por la fuerza. No por "huebos", no. Por el terror a la multa millonaria. Montilla, el psoecialista, ampara esta política de inmersión que, en realidad, no es sino una política de terror, propia del más genuino Robespierre. Mientras tanto, Zapatero sonríe, labios y cejas circunflejos, la maldita gracieta de su aliado. Nos necesitamos, comentan entre ellos, bien ufanos por su incestuoso matrimonio de conveniencia. Se necesitan. Prebendas a destajo justifican el mantenimiento de esta política de acoso y derribo a lo español.

 El catalán les trae, al mismo tiempo, al cabo de la calle. Les importa un pimiento Cataluña. Es la venganza de los charnegos desclasados. La toman por el pito de un sereno. Poder y ambición. Ambición y poder. Zapatero y Montilla. Un par de gemelos engendrados en el útero desmochado de una ideología de bote. Al bote. Esta multa al bote. Ricos. Se están haciendo ricos. La lengua fuera, no por cansancio. La lengua fuera, como signo de burla. La lengua viperina que inocula veneno en vez de tender puentes de comunicación. La lengua bífida que atrapa a sus presas para engullirlas después.

 Terrorismo lingüístico, oigan. Lo peor es que no hay un grupo policial antiterrorista sobre la materia. Lo peor es que Zapatero, el prejubilado pensionista, acusa al viento de ser el dueño de la lengua. De la tierra, por supuesto. De la lengua, más que sí.

 Madre, están convirtiendo el tesoro-lengua en la lengua-alfanje. Qué pena.

 Un saludo.

 

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