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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA SEÑORA PRESIDENTE

 

 Algunos critican mi renuencia al uso de los términos jueza o presidenta cuando designo a una mujer. Jueza o presidenta son mujeres que juzgan o que presiden. De ahí que, para subrayar la importancia de las señoras en el plano institucional, utilice los vocablos juez y presidente, precedidos del artículo determinado femenino singular para especificar que desempeñan los cargos con autoridad y potestad para juzgar y de cabeza de un gobierno, respectivamente. De esta manera, excluyo cualquier posibilidad de dar a entender que puede tratarse de la mujer de. En absoluto.

 

Sentado este liviano exordio de asentamiento de títulos, quiero salir en defensa de las mujeres en general, desde las sufridas amas de casa hasta las indesmayables damas que combinan las tareas del hogar con el trabajo en empresas ajenas. En este sentido, mi apuesta por doña Susana Díaz es incuestionable. Lo mismo que las críticas que realizo a la personalidad que ostenta la presidencia de la Junta de Andalucía.

 

Susana Díaz puede atesorar una categoría política formidable. Sin embargo, ese tesoro permanece oculto a espera de que se abra el arca y aparezca la calidad de la joya. Hasta el momento, los quehaceres de la señora Díaz no sobrepasan el límite del esperpento de un escaparate juvenil decorado por las expertas manos de un grupo de diseñadores de vuelta de todo. Ni ha ganado unas elecciones ni se le conoce mérito personal que explique su irresistible ascensión al olimpo del psoecialismo patrio. Salvo, claro está, arrimarse a los árboles semiderribados de los griñanes y compañeros de películas de terror.

 

Quienes esgrimen los datos de las recientes elecciones europeas, son presa fácil de cualquier analista maduro. El PSOE saca muchos puntos al PP. Algo tan cierto como indudable. Lo que se ha de tener en cuenta en esta interpretación son los modos y los poderes. La inmensa mayoría de las diputaciones y de los municipios andaluces están en manos de la gente de Susana. Si a esta entente de primera magnitud se agrega el poderoso manto de San Telmo y las ayudas gratuitas de don Mariano merced a su política de descomposición social, pues nada, a seguir gobernando durante años para desgracia de los millones de desempleados y de pobres de nuestra sacrosanta autonomía regional.

 

Susana Díaz es, hoy por hoy, la gran esperanza del aparato de su partido, el bastón al que se agarran los barones de Ferraz, el soporte mujer juvenil que pone cara de niña buena para tapar la sordidez  facial de algunos de sus más significados compañeros. Susana es el emblema de la fortaleza del congreso frente a cualquier estandarte de la ansiedad de democracia de sus militantes. Al tiempo, Díaz es la eterna sospecha del conocimiento de los fraudes, de la impunidad de muchos de los suyos y la coartada para seguir mangoneando en un país maltrecho por la crisis económica y por la desvergüenza de gran número de sus gobernantes.

 

Si Susana Díaz eligiera liderar el PSOE antes que seguir presidiendo la Junta, poco va a arreglar en Madrid y nada se va a notar su ausencia en Sevilla. Si se la desplaza de su entorno territorial y personal, Susana se convertirá en una pandorga agitada por los vientos dominantes que se reúnen en los madriles y se llevan por delante a los maletillas que quieren hacer carrera en las ventas de la capital.

 

La señora presidente sí tiene quién la adule. Por millares, como pelotas de viejo y nuevo cuño. La emperatriz deberá vestirse de forma adecuada so pena de que los del fuego amigo la dejen desnuda en un quítame allá esa gabela. Al tiempo.

 

Un saludo.

 

 

 







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