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Francisco Velasco. Abogado e historiador

VÉRTIGO

 

 A medida que transcurre el tiempo y la instrucción judicial de los EREs se perfila, la sensación de vértigo se apodera de este articulista.

 

La juez Alaya ha confirmado el papel de relumbrón de Magdalena Álvarez, exconsejera de la Junta y exministra de Zapatero, en el turbio asunto. Cómo no será su rol que se le ha impuesto una fianza civil de casi 30 millones de euros. Cantidad que afecta a cualquier ciudadano pero que pocos como la señora Álvarez, actual responsable del Banco Europeo de Inversiones, puede ahormar en la estructura de su pensamiento economicista. Salvo que le salga el ramalazo chistoso de que el dinero público no es de nadie.

 

A juicio de la Instructora, Dª Magdalena usó transferencias de financiación para pagar ayudas sociolaborales “al margen de la normativa reguladora”. Casi nada al aparato. Y todo ello, salvo que desde instancias judiciales superiores se diga lo contrario, sin que Manuel Chaves y José Antonio Griñán se enteraran de nada, pues, al parecer, ni siquiera hacían la o con un canuto.

 

No tengo duda de las alegaciones de protesta de la exresponsable de Economía y Hacienda de la Junta: nunca fui consciente del contenido íntegro de los Presupuesto ni tampoco llegué a dimensionar la magnitud de la T-4 del Aeropuerto de Barajas. Respuestas a lo Jaimito acerca de la maldad del profesor de matemáticas que se atrevía a exigir la respuesta mental del dos más dos sin permitir el uso de la calculadora.

 

Pobre Magdalena. Si ella es incapaz de viajar gratis total en vuelos nacionales o internacionales. Si su conciencia le impide crear nada ilegal. Si ella rehúsa cualquier modificación presupuestaria. Si jamás conoció al señor Guerrero, el otrora director general de la coca, digo de empleo. Y que no recuerda haberse reunido con Viera, compañero en otra Consejería, para tratar temas farragosos de números y cantidades.

 

Mujer de frágil memoria. Bienaventurados los olvidadizos porque ellos alcanzarán el edén terrenal.

 

Mi respeto se dirige, como viene siendo habitual, a la juez Alaya. Esta mujer me impresiona. Sus resoluciones me provocan vértigo. No quiero pensar que termine como el malogrado juez barbero. Ni imaginarlo.

 

Un saludo.

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