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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EN QUÉ PAÍS VIVEN USTEDES

Se nos va de las manos. La democracia se escurre entre nuestros dedos como el agua que pretendemos apresar en las palmas. Las formas son importantes. A veces, casi tanto como el fondo. La razón se pierde cuando carecemos de fundamentos para defenderla. Pero también cuando prescindimos de los modales y del respeto.

 

El estado de la nación española es, a día de hoy, muy preocupante. Millones de ciudadanos pensábamos, tras las elecciones de 2011, que el partido popular iba a regenerar la vida pública de nuestro país y que la clase política asistiría, por fin, a las aulas de libertad y de honradez que deben pregonarse de ella. Craso error. Si pésimo fue el maldito período presidencial de Zapatero, la etapa gubernamental de Rajoy no le va a la zaga. El primero nos comió el pan de nuestros hijos y el segundo se burló de las ganas de comer de sus padres. Mentiroso el psoecialista y embustero el pepero.

 

La incertidumbre por el presente y la desconfianza en el futuro hacen al país vulnerable y débil. La descomposición del cuerpo social desmembra a los territorios. La invertebración del organismo constitucional relativiza al conjunto y el todo vale se adueña de la realidad. Los valores absolutos, entendidos como dogmas, valores o principios, duermen el sueño de los narcotizados.

 

España se puede amputar por efecto de la gangrena del odio. El problema regionalista reverdece las luchas fratricidas del pasado siglo. El silencio y la espera a ver si pasa la tormenta no son soluciones. O se agarra el toro por los cuernos, o las astas del morlaco se clavarán en el corazón del pusilánime y del temerario.

 

Es tiempo de telepredicadores. No importa el mensaje. Lo que apasiona al pueblo es la fuerza que se transmite y la sensación de veracidad que transporta. En los discursos de Rubalcaba y de Rajoy he llegado a una conclusión. El líder del Psoe ha sabido conectar con la escasa audiencia. El jefe del gobierno ha hartado a cifras al personal. Aquel ha sabido sacar punta a su ridícula alforja de argumentos. Éste se ha clavado el bolígrafo en el ojo con el mareo de números, estadísticas y cantidades. La frase clave ha estado en los labios de don Alfredo: ¿en qué país vive usted? Don Mariano ha seguido con la retahíla del empollón que defiende una tesis doctoral. Será muy inteligente, pero de listo y de pillo, el físico ha dado dos lecciones al registrador.

 

Servidor vive en España. Y de politicastros como los nombrados estoy hasta el gorro. Sin embargo, a fuer de pragmático, prefiero al gallego antes que a un sucesor del vallisoletano leonés. El gallego no da para más. El castellano invita al menos, al mucho menos. Monta el corcel de la destrucción.

 

Un saludo.

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