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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MÁS SISTEMA Y MENOS DOCTRINA

Una de las grandes fallas de cualquier política educativa es la confusión entre sistema y doctrina, entre procedimiento y erudición, entre método y religión.

 

Los sucesivos informes PISA retratan la fealdad de la educación en cualquier país. Los analistas hablan de un sistema educativo que no funciona. No es así. El sistema sí funciona pero lo hace rematadamente mal. Observen los resultados de fracaso escolar y de descomposición universitaria. Por miles. Se cuentan por miles los estudiantes abocados a la obtención de un título de Supermercados “Periquito”. El problema es que los políticos se olvidan del sistema y escenifican su doctrina.

 

La autonomía de los centros docentes es una falsedad tan grande como la democracia asamblearia. Todo se centraliza en el Estado o en las Autonomías. El Gobierno central ha transferido tanto que ha descapitalizado sus competencias. Las Comunidades han transformado sus territorios en pequeños reinos semi independientes. La medida de la calidad global nunca será la suma de las calidades regionales ni provinciales ni siquiera municipales. Incluso en las empresas multinacionales, donde la centralización es obligada, el rendimiento dista mucho entre unos territorios y otros. En consecuencia, el referente debe ser la fábrica matriz o las franquicias aventajadas.

 

En el terreno educacional, lo mismo. Si nos detenemos en centros docentes de cualquier nivel público, es fácil discernir cuáles entre ellos descuellan por sus resultados. A partir de ellos, podemos realizar un estudio sociológico de los mismos. El interno profesional, el entorno geográfico, el segmento clasista, el conjunto de recursos materiales y humanos y un largo etcétera, hasta incluso medir el índice de ponogenia de profesores y alumnos o la determinación de bajas laborales del personal.

 

Desde esta perspectiva de concreción del sistema y del método podemos encontrar soluciones a la ola de doctrinas asfixiantes, de ideologías trasnochadas, de religiones que lastran y de creencias impúdicas. Los políticos aprenderán, de una vez, que ellos son una poca leche en el universo de la razón y del saber. Y todos entenderán que los grandes realizadores de la educación son los profesionales de la instrucción y de la enseñanza, es decir, el profesorado. Si intentamos situarnos en esa atalaya de oficio y de sabiduría, los estudiantes se beneficiarán, los padres saldrán confortados y el sistema educativo, entonces sí, alcanzará el rango que una sociedad próspera y civilizada necesita. ¿O es que no existen en España centros modelo?

 

Lo dicho: más sistema y menos doctrina. Más ciencia  y menos ideales vanos. La igualdad real comienza a adjetivar a las libertades. Mientras el ministro o los consejeros del ramo, sean del partido que les dé la gana, no admitan este axioma, el aeropuerto de Castellón continuará cerrado entre telas de araña. Porque ha prevalecido la doctrina sobre el sistema de navegación aérea.

 

Un saludo.

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