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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ASESOR ETARRA. QUIÉN DA MÁS.

 

 Otegi es un terrorista. Juzgado y en prisión. Lo mismo  que a Josu ternera, otro que tal, se le nombró no sé qué barbaridad de derechos humanos en el Parlamento vasco, a Otegi se le ha propuesto como asesor en el Parlamento catalán. Nos falta que Felipe sea designado comisionado general contra el GAL y que a Bárcenas lo eleven a la categoría de ministro de Hacienda. Cosas que nadie entiende. Casos de dislocamiento institucional.

 

Los dirigentes de Ciu, de Ezquerra e incluso del Partido socialista de Cataluña se han lanzado al ruedo del terrorismo dialéctico por la vía de hecho de hacer lo que fuere con tal de poner una bomba de doscientos mil megatones a la estructura del estado español. Que salte por los aires. Ya se vienen dando pasos en este sentido. La contratación de Otegi va más allá. Significa poner a un  terrorista en el púlpito de la iglesia de la ruptura de la soberanía nacional. A diferencia de los vascos, estos catalanistas descerebrados ponen una vela al dios de la paz y otra al diablo de la guerra sucia. Si ésta sale mal, siempre quedará la indulgencia de la bondadosa divinidad gótica.

 

Esta gente no entiende de democracia ni quiere entender. A ellos les resbala el derecho a decidir del pueblo. Su intención no es otra que levantar una plataforma de fracking social, inyectar gases y aguas, esperar los seísmos subsiguientes y, por último, esperar las reacciones de los habitantes afectados por el terremoto de la escisión. Que ríanse de los movimientos de tierra en la comunidad valenciana.

 

Presentar a Otegi como un mediador de paz, toca las narices a cualquier bien nacido. No se puede tener más mala leche y menos corazón. Puestos a la maldad, que asalten el penal de Logroño donde está recluido el antiguo etarra y, como en las películas, liberen al redentor de Cataluña. En tanto, que Jorge Fernández se toque la nariz y que Rajoy prosiga con su costumbrita cabreante del no sé no contesto.

 

Es cierto que, a veces, el silencio resulta beneficioso. Sin embargo, en esta ocasión, la mudez del gobernante se confunde con la cobardía del que tiene que poner pie en pared. En derecho administrativo, el silencio es una coartada de la Administración para no resolver lo que sabe que puede perder o le interesa demorar. En este caso, el silencio está dando alas a los fascistas que pretenden cargarse nuestra Constitución. Y por ahí, ni mijita. Nadie me hable de estrategias a largo plazo cuando los cañones del enemigo apuntan a la frente de la sociedad de derecho. Que nadie me refiera movimientos tácticos a corto plazo si el ejército del mal ha traspasado el dintel de la puerta de acceso a la plaza fuerte de la ley.

 

El mero acto de proponer a Otegi como asesor, demuestra la insultante avanzada de las tropas de la secesión. Si el Gobierno, el de Rajoy –que el de Zapatero ya se encargó de derrumbar las murallas de la unidad de la patria-, el de Rajoy, digo, no toma cartas en el asunto, cartas democráticas, cartas legales, se estará convirtiendo en cómplice de su antecesor. Para este juego de naipes, no queremos tahúres ni mercenarios. Ni siquiera hace falta movilizar al ministerio de Defensa. Basta una sencilla resolución que ponga en marcha el oxidado artículo 155 de la Carta Magna. Que comiencen a pulir la orden de desarrollo. Por último, que pongan esa bala de paz en la re-cámara del parlamento catalán. No hay que pegar tiros. Simplemente, lanzar dosis de legalidad y de firmeza.

 

Tan sencillo como eso. Siempre, claro, que el Gobierno conozca sus fuerzas. Si no sabe, búsquese un atajo para salir corriendo.

 

Un saludo.

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