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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CAÑETE, DE GUINDOS Y EL SEGURA

 Las aguas de Agricultura están revueltas como las del río Segura en época de inundaciones. Cuando sube el nivel de la marea nepótica, los campos se anegan, la igualdad se hunde y la administración pública ahoga a sus representantes honorables.

 

Eso de que los parientes de los ministros asuman altas responsabilidades de gobierno en organismos del Estado es que me toca las narices. A la sobrina de De Guindos la quieren  nombrar Directora de Competencia. Su anterior cargo de subdirectora de Industria y Energía va a ser ocupado por una hija de Cañete. Los puestos se ventilan en sede de partido como si esto fuera una república bananera. Nada tengo contra la capacidad de estas señoras. Lo que reprocho es el apartamiento de otros funcionarios con iguales o superiores méritos a las susodichas.

 

La ley de Transparencia que redacta el Gobierno se puede convertir en una charlotada más si no va acompañada de una ley antinepotismo. En caso contrario, se pondrá de manifiesto, por enésima vez, el dicho de "hecha la ley, hecha la trampa". El gobernante designa a su familiar directo como jefe del organismo regulador tal y lo hace a plena luz, pero obviando los requisitos de igualdad, mérito y capacidad que exige el procedimiento de provisión de puestos. De esta manera, tan simple, se acogen a la ley de transparencia pero se cargan la de procedimiento administrativo y la propia Constitución.

 

La hija del césar debe ser honrada y, además, parecerlo, por mucho que el propio papá ministro afirme que él desconoce la meteórica carrera de la hija. Una cosa es la transparencia autoexigida y otra, bien distinta, la transparencia surgida de la acción limpiacristales de los medios de comunicación. De Guindos puede llevar su asignatura gubernamental como le venga en gana, pero lo que no puede hacer es elevar a su sobrina a los altares del poder estatal. Y Arias Cañete, ídem de ídem.

 

En la Confederación del Segura hay empleados públicos extraordinariamente eficaces que, acaso, ocupen departamentos subordinados a pesar de su brillante curriculum. En consecuencia, ciertos destinos de relieve pueden estar en manos de amigotes del partido, de ángeles síseñor o de parientes ociosos. Si Arias Cañete no se entera de la estructura jerárquica de los organismos dependientes de su ministerio, cómo leches va a tener pajolera idea de lo que se cuece en las cocinas y en las trastiendas de los trabajadores más modestos.

 

La confusión es tan grande que mañana, un jefezuelo amigo del gran jefazo puede acusar a un peón de tocarse las narices durante un año entero, cobrando sin trabajar, sin tener en cuenta que los mecanismos de control del absentismo son tan falsos como los resortes de control de las designaciones a dedo. Tan nepote es el familiar como la amante, el amigo como el vecino de toda la vida.

 

De Guindos y Cañete debieran darse un  garbeo por las oficinas del Segura. Y de su afluente, el Mundo. Al tiempo, regar el territorio, abonarlo y detenerse a contemplar cuánto mangante crece en las inmediaciones y en sus prolongaciones madrileñas. Como las malas hierbas.

 

Un saludo.

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