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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TECÉ

 

 El Tribunal Constitucional, que pudo ser honra y prez del estado de derecho español, nunca pasó de la etapa de politiquería de la peor estofa. Muestras sobradas a lo largo de tantos años de inculta democracia.

 

De sus doce miembros, cuatro se revolcaron en el lodo de sus intereses bastardos. Ocho de ellos suspendieron la declaración de Soberanía del parlamento de Cataluña. Cómo es posible esta disensión si fuera jurídica. Es que no lo es. No supera el escalón de perfidias a la carta. La carta de la composición del alto tribunal. Una tercera parte de sus integrantes avalaron la legalidad del movimiento secesionista impulsado por el impresentable Mas, el inmarcesible Junqueras y el chico para todo Herrera.

 

La desorientación, deriva, alejamiento o llámenlo como gusten de la idea de España es una enfermedad que, por diagnosticada, no tiene solución. Los catalanistas están dispuestos a la ruptura del resto de España y los españoles pasan olímpicamente de la segregación territorial por más que, mutatis mutandis, confían estúpidamente en que el temor se evapore por sí solo.

 

De Guatemala a Guatepeor. Uno puede indignarse intelectualmente por la discrepancia interpretativa de un mismo hecho probado. Sin embargo, lo que clama al cielo es que ese Tribunal actúe con mala fe. Los españoles tenemos derecho a conocer el nombre de los cuatro constitucionalistas que se pusieron a favor de los rompedores del Estado. Que expliquen el silencio. Si alguien está conspirando contra la unidad de España que consagra nuestra Carta Magna, a los ciudadanos nos asiste la libertad de pedir tenemos el nombre de los enemigos. Sean quienes fueren.

 

PP y PSOE deben llegar a un pacto político en este sentido. Imposible el acuerdo sobre economía, hagan el puñetero favor de mostrarnos qué tienen en la sesera  sobre un tema tan sensible. Hagan el puñetero favor. Y, por dios, cambien ya la fisonomía y el intríngulis del T.C. Tecé.

 

Un saludo.

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