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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TERCERA REPÚBLICA

 

Cayo Lara está ilusionado con el advenimiento de la Tercera república. El hombre. Como si en España no tuviéramos más problemas que la imputación de una de las hijas del rey. A falta de argumentos, recurre al morbo y echa la vista atrás.

 

Don Caius no nos dice, sin embargo, qué modelo republicano quiere para el futuro. Si el de la Primera o el de la Segunda Repúblicas. Tampoco concreta el país que España habría de ser. Y qué digo de los dirigentes que regirían -de rex- nuestros destinos.

 

En una cosa coincido con el señor Lara. Que la crispación y la radicalización constituyen las mejores semillas para abonar el campo de un régimen republicano efímero. Si lo que quiere el jefe de Izquierda Hundida, digo Unida, es criar malvas en un camposanto, se halla en el camino adecuado. Si los españoles tuviéramos la desdicha de un presidente de su categoría, debiera trasladarnos si su gestión discurrirá por las aguas corrientes de Figueras, que estaba hasta “los cojones” (sic) de todos, o por las veleidades de Pi y Margall, o por los principios de Salmerón. Porque, desde luego, al menos en oratoria, no pisará la senda de Castelar.

 

Lo mismo prefiere tomar como referencia el marco político de la Segunda República. Desde luego, el modelo de Alcalá Zamora no le va ni en ética ni en estética. En cuanto al intelectual Azaña, el especificativo lo dice todo. Lerroux, por aquello de la demagogia andante, se aproxima más a su imagen despechugada con la que pretende incorporarse al club de los descamisados ricos que preconizara el impar Alfonso Guerra. La figura de Martínez Barrio no es la idónea a tenor del espíritu moderado y conciliador de éste. Ricardo Samper tampoco le sirve de inspiración por ser demasiado europeísta. De Chapaprieta y Portela Valladares, poco se ha de decir. En cuanto a Largo Caballero, no veo a Lara cantando las canciones de dictadura alguna por más que no le falten ganas. Nos queda Negrín. Ah, Negrín y el oro del Banco de España.

 

A ver, don Caius. Díganos por dónde va a llevar a cabo su política marxista en la República que ansía. Si por el leninismo más morigerado o por si el ultraestalinismo. Y por último, convenza a los españoles de que a la Tercera será la vencida y de que la efímera duración de la Primera, la imposible continuidad de la Segunda no tendrán continuidad en la que se avecina. Es que aquí no hay quien viva.

 

En cualquier caso, prometa o jure por lo más sagrado si su República no va a suponer el fin de la democracia. Porque si es así, me quedo con el rey felón, por muy Borbón que fuera don Fernando séptimo.

 

Un saludo.

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