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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA TRÍADA

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En la antigua Roma, la tríada designaba a un conjunto de tres dioses: Júpiter, Juno y Minerva. Era la tríada clásica o capitolina. En China, la tríada nombra a una organización criminal que se organiza en grupos de tres que se conectan en una jerarquía impenetrable. En la tradición del simbolismo oriental, la tríada señala el rol que desempeñan el cielo, la tierra y el hombre. Tantas otras acepciones y definiciones harían prolijo este artículo.

 

En España acaso no esté acuñado el concepto la tríada institucional. Estaría conformada por los partidos políticos, los sindicatos y la patronal. Las subvenciones vinculan a estas tres organizaciones en una red de influencias, favores y silencios obligados. Desde hace muchos años, el dinero del Estado riega los canales de estas formaciones. El caudal es asombroso. Ningún Gobierno, ni de izquierdas ni de derecha, se atreve a poner compuertas o a cerrar esclusas.

 

El Boletín Oficial del Estado ha publicado hace pocos días el monto de subvenciones para el funcionamiento ordinario de los partidos políticos con representación en el Congreso. Más de 17 millones de euros. Sólo para cubrir el presupuesto del primer trimestre de este año. Tres mil millones de pesetas. Sumen las que corresponden al Senado. Adicionen las ayudas a cada parlamento autonómico. Tengan en cuenta a los organismos oficiales, las diputaciones provinciales y los ayuntamientos y terminarán escandalizados por la cifra final. El primer elemento de la tríada está bien servido.

 

La primera pata del banco es la que, en gran medida, condiciona la solidez de las otras dos. Empresarios que emprenden poco y explotan mucho y dirigentes sindicales de mesa en El Bulli y copas en el Villamagna no se quedan atrás en la remuneración. Pillos los gobernantes, pícaros sus cooperadores necesarios. El ciego come el triple merced al concurso deshonesto de sus lazarillos. La tríada de las subvenciones se alimenta de delicatessen en los comedores sociales del paro y de la pobreza. Ejemplares.

 

Con todo, la rapiña de la terna no se agota en los manantiales de los impuestos. Ni mucho menos. La fuente se amplía en los parques de la banca. La sed de riqueza de la tríada trasciende el ámbito de lo público y penetra en la esfera de lo privado. Las entidades bancarias y cajistas saben el valor de unos préstamos condonados. A un ciudadano se le estruja el bolsillo hasta arrebatarle el último euro o despojarle de la vivienda que lleva pagando toda una vida. A la tríada, no. Lo que pidan. Si es que están dentro del sistema corrupto. Ahora dicen que hasta 100.000 euros podrán condonar los préstamos a los partidos. Serán golfos. Si piden créditos, que los paguen. Como todo quisque. No se puede seguir echando leña al fuego de seis millones de parados y a la candela de los recortes salariales.

 

La tríada funciona como una mafia. Occidental u oriental qué más da. El Gobierno tiene que poner freno a esta desigualdad. No es que los españoles estemos hasta el gorro de los partidos, de los sindicatos y de los patronos. Es que echamos pestes de los sinvergüenzas que entregan miles de millones de euros para rescatar a una banca a la que ellos mismos han hecho cautiva. Cautiva. Prisionera de la maldad de sus consejos de administración. Al final, el pueblo paga las fechorías de sus dirigentes sin escrúpulos.

 

Vamos de cráneo. El suelo es de pedernal. Ya saben. La cabeza rota. El cuerpo social, hecho cisco.

 

Un saludo.

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