Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

CIERRA EL PÚBLICO DE ZAPATERO

 

 Al igual que los césares hacían levantar su foro, Zapatero quiso un periódico de cabecera a sus pies. Felipe preservó sus riñones con el diario de Polanco y satisfizo su egolatría con la guardia pretoriana de Cebrián. El País fue un referente. Público, una coima, una dádiva, un impulso ad personam, un canto vulgar frente a la ópera de González. Desaparecida la cantera, cesó el trabajo. Público cierra. Dos meses después de la derrota de Zapatero, agoniza su particular caja de resonancia. Adiós a la edición de papel. Mojado. La desgracia de las glorias húmedas.

 

Se proclamaba de izquierda y no era sino un panfleto. Una hoja diaria de la parroquia de la iglesia de los santos de la ceja. Un libelo escrito con tinta de dinero de los contribuyentes. Uno lo siente por sus trabajadores. Sin embargo, en la ley del mercado, el Gobierno debe envainar sus ofertas y administrar las demandas. Público sufre en las carnes obreras la angustia de más de cinco millones de parados que acumuló la neurosis política del zapaterismo y de sus trompetas anunciadoras. Los falsos brotes verdes de la economía han desarrollado sus raíces en el origen del mal. Cuando la información se tergiversa y la opinión se pone al servicio mercenario del patriarca de turno, la prensa se envilece.

 

Público no contribuyó a formar la voluntad de los ciudadanos. El derecho a la información no casa con la libertad de expresión si media el propósito manipulador. Los medios sucumben a sus propias historias. Las empresas de esos medios se regentan en virtud de sus patrocinadores, que no como señal de respeto a su verdadera difusión. Si el número de lectores determinara la pervivencia de Público, su salida diaria no hubiera superado la semana de existencia. Carecía de compradores y le sobraban periodistas e ínfulas de objetividad.

 

La muerte de un periódico es una mala noticia. Siempre lo es. La desaparición de una empresa periodística malparida constituye motivo de regocijo. Y lo es porque se quiere postular como suficiente un grupo de emprendedores que, en realidad, comían y bebían, a todo tren, a costa de su patrón gubernamental. Pocas veces la realidad relaciona con tanta notoriedad las causas y los efectos.

 

Se fue Zapatero donde no puede hacer tanto daño. Se va Público a renglón seguido de la ostraka que la ciudadanía entregó al leonés. Ya no tiene quien eche un ojo ni quien pase una hoja. Habrá de conformarse, es la fuerza del sino, con la aventura digital. Su página web competirá en condiciones de cierta igualdad con otras digitales. El futuro es hoy. De todas formas, Público tiró a El País con las mismas balas que ZP a FG. Y no es lo mismo. El País gustará, o no, en su línea editorial, pero no ha perdido todos los toques de distinción que alumbraron su nacimiento en el umbral de la democracia. Público era la flor de un día en el ojal de un tiranillo que se creyó becerro de oro.

 

Adiós, Público en papel. Bienvenido, Público digital. Viva la igualdad que nos hace libres. Ni una lágrima. Ni una manifestación de contento. Por los trabajadores. Sólo por ellos. El mensaje estaba podrido.

 

Un saludo.

0 comentarios