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Francisco Velasco. Abogado e historiador

¿GORA ETA?

 

 El cese definitivo de la lucha armada por parte de ETA está causando furor en la sociedad española. Furor. En unos, arrebato triunfalista. En otros, prisa. En los más, cólera. En España, las polémicas se mueven en espectros de violencia verbal extremas. Nada nuevo. Lo que sí resalto es que en este abanico de posiciones encontradas, el vocero mayor y el correbullas más destacado es ZP -deleznable representación la suya- que se ha empeñado en formar parte de la historia como impulsor de la paz de conventos y necrópolis. Es lo suyo. En este sentido, Gadafi, Mubarak y otros sátrapas engrosarán las páginas de los libros históricos.

 

El comunicado de ETA es creíble. Los enmascarados de la chapela cesan la lucha armada. Lo dicen en presente. Omiten los crímenes del pasado salvo para reivindicar derechos para los gudaris de la muerte. Cesa la violencia, es cierto. Pero se trata de un cese condicionado. Mañana será otra cosa. Si el Estado medroso y pusilánime legaliza a los cabecillas de la banda, la guerra fria permanecerá latente pero no incendiará al país. En cambio, si el Estado se fortalece y de la ley hace su bandera, es evidente que no aceptará el chantaje inadmisible de los asesinos etarras ni las amenazas de las formaciones políticas que vehiculan este engañoso proceso. El porvenir se hace actualidad como nunca.

 

ETA, insisto, dice la verdad por mas que se trate de una banda de terroristas confesos y convictos. Ha sido fiel a la hoja de ruta que había negociado con el Gobierno de Zapatero, ya directamente, ya a través de mediadores designados al efecto. El que ha sido desleal, felón y embustero ha sido Zapatero, quien ha negado, desde la a hasta la z, la existencia de negociaciones con estos bandidos desalmados.

 

El cese de la lucha armada es la consecuencia de las negociaciones previas. La conferencia de paz de San Sebastián fue el acto telonero que precedió al concierto orquestado de la Filarmónica socialistak. ETA no se rinde, avisa. ETA no entrega las armas, enfatiza. ETA no pide perdón a sus víctimas, anuncia. ETA no se disuelve, precisa. Luego ETA sigue siendo una banda terrorista y asesina cuyos crímenes no han prescrito. Si el razonamiento inductivo es correcto, enaltecer a los etarras es un delito penal. Gritar Gora ETA se inscribe en la tipificación de apología del terrorismo. ¿O no, señor Rubalcaba? ¿O sí, señor Conde Pumpido? ¿O no, señor Ministro Caamaño? ¿O sí, señor Dívar?

 

La escenificación de los tres enmascarados con chapela es una evidente manifestación de la fortaleza de ETA. Las Fuerzas de Seguridad del Estado habrán debilitado su maquinaria burocrática, financiera y bélica, pero el Gobierno y adláteres han procurado consistencia a su aparato político a fin de que la banda no muera merced a la victoria del Estado de Derecho. A ZP y los suyos les conviene que esta derrota no se produzca en términos de eficacia de nuestra policía. A este (des)Gobierno le interesa difundir que el abandono coyuntural de la violencia etarra trae causa de la política de mano tendida del gabinete zapateril. Ellos han comprado una lotería premiada el día anterior y pasan al Gobierno del PP que ha de venir la patata caliente de solucionar el problema del décimo falsificado y, sobre todo, de comerse las tripas crudas de un indigerible animal salvaje.

 

Cambio de cromos. Yo te doy un anuncio de fin pasajero del terror y tú me das licencia para asaltar las instituciones del Estado. Trueque maligno. Cuando las partes etarras no vean colmadas sus aspiraciones, volverán a su instinto de escorpión y las calles se llenarán de cadáveres. Otra vez. Pretender convertir el País Vasco en un Kosovo ibérico es un acto demasiado canallesco y repugnante. Al Psoe le da igual. Si los ciudadanos le retiran el mandato presidencial, llenarán de minas el espacio que ha de ocupar Rajoy. Esto es lo que hay.

 

Pero a ver si me contestan los triunfalistas: ¿Ya no es delito decir públicamente Gora Eta? Si lo es, ¿dónde está el éxito, dónde?

 

Un saludo.

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